Suena el teléfono, corres raudo y veloz a por él, pero en el camino calculas mal y te golpeas la espinilla con la mesa, la punzada de dolor es tremenda. Lo primero que hacemos además de llevarnos las manos a la zona golpeada, es soltar una buena colección de palabrotas. Ahora estás intentando clavar un clavo para poder colgar el último cuadro que has comprado, pero otro maldito error de calculo hace que el martillo, en lugar de golpear el clavo, acabe dando de lleno en tu dedo. Soltamos el martillo, empezamos a decir todos los insultos y palabrotas...