miércoles, enero 15, 2014

El diseño inteligente ¡vaya timo!

Post publicado originalmente en naukas.

En la oscuridad de la noche, cuando las estrellas tachonan el cielo, la mente humana se enfrenta al infinito, a lo insondable, al misterio de los misterios, el universo. Desde el amanecer de los tiempos hemos alzado la mirada y nos hemos hecho preguntas: ¿de dónde ha venido el universo? ¿cómo apareció? ¿acaso el universo es eterno? A falta de un método con el que adquirir el conocimiento de cómo es la naturaleza, los mitos y las religiones llenaron ese espacio, ofreciendo respuestas que en realidad no explicaban los orígenes del universo. Esto es debido a que prohibían o dejaban sin contestar cuestiones como de donde habían salido esos creadores de universos a los que llamamos dioses. Esas respuestas, en realidad, lo que sí conseguían era calmar el desasosiego psicológico que nos produce enfrentarnos a preguntas profundas y para las que es difícil hallar repuestas.

Con el paso del tiempo, la humanidad, gracias a unas cuantas mentes curiosas y escépticas, consiguió desarrollar la ciencia, y, con ella, disponer de una herramienta que, a pesar de no ser perfecta, sí que ha conseguido arrojar luz sobre las preguntas más acuciantes que nos hemos hecho desde los albores de los tiempos. El problema radica en que las respuestas que hemos obtenido han sido difíciles de aceptar por nuestros hinchados egos: no somos creaciones divinas ni ocupamos un lugar privilegiado en el universo. A día de hoy, todavía es fácil ver gente que niega la evolución y otros campos de la ciencia, porque lo que nos dice sobre nosotros son autenticas curas de humildad. Es difícil aceptar que no somos relevantes para el universo y que no somos los hijos de ningún dios.