jueves, diciembre 15, 2011

No tienes alma

Descubro gracias al blog Cosmic Variance de Sean Carroll el trabajo del neurocientífico Patrick Haggard, el cual ha construido un dispositivo que permite controlar el cuerpo de una persona mediante señales que emite a tu cerebro. El aparato se sitúa cerca de tu cabeza, emite una señal y en consecuencia tu cuerpo se mueve. El aparato no permite hacer cosas complejas, no vas a poder hacer que una persona conduzca un coche o que escriba una frase. Esta técnica se conoce con el nombre de estimulación magnética transcraneal.

Básicamente lo que hace el aparato es emitir campos magnéticos, eso es todo. El hecho de que al someterte al campo magnético generado por ese aparato de repente se mueva uno de tus dedos, no es difícil de entender. El cerebro es el encargado de dictar las órdenes a los músculos, dichas órdenes llegan a los mismos a través de los nervios en forma de impulsos electroquímicos, es decir, iones, que no son más que átomos con carga eléctrica. Cuando una carga eléctrica se somete a un campo magnético ésta se mueve.

René Descartes
Al anunciar en twitter el nuevo post del blog Cosmic Variante, Sean ha hecho referencia al dualismo, dando a entender que no es cierto. El dualismo es la concepción según la cual los humanos estamos hechos de dos sustancias, la material y la espiritual. El dualismo tiene a su máximo exponente en el filósofo René Descartes. La concepción de la parte espiritual a la que más acostumbrados estamos es a la noción de alma. El alma es lo que nos hace ser como somos. La concepción dualista de Descartes tuvo en su día un efecto beneficioso para la investigación científica. Al separar el alma del cuerpo, la investigación científica sobre este último se hacia posible. Abrir cadáveres para estudiarlos no era condenable, puesto que el alma ya no estaba en el cuerpo.

En las religiones abrahámicas el alma es un concepto central, el alma es lo que se salva o se condena, es lo que introduce Dios en el óvulo fecundado para que aparezca un ser humano. Si el alma no existiera las religiones abrahámicas tendrían que ser profundamente reformadas o desestimadas. No obstante, si algo ha caracterizado a las religiones es su indiferencia a como es el mundo, máxime si lo que encontramos contradice y prueba que sus doctrinas son falsas. A efectos prácticos, saber que el alma no existe no cambiara nada en esas religiones, sencillamente se limitarán a ignorar ese descubrimiento.

¿Pero existe el alma?

A la luz del conocimiento actual lo más sensato es responder con un rotundo NO. Sabemos que determinados daños cerebrales hacen que la personalidad de la persona cambie. Incluso como muestra el dispositivo de Haggard podemos manipular con campos magnéticos el cerebro para que una persona mueva un dedo, algo que en principio sólo podíamos hacer nosotros mismos si así lo “queremos” (lo entrecomillo porque no está claro que tengamos libre albedrío).

¿Por qué la estimulación magnética transcraneal refuta la existencia del alma?

En principio si pensamos sobre ello no parece que en realidad este tipo de experimentos refute la existencia del alma, es decir, del hecho de que podemos estimular con campos magnéticos el cerebro para mover, por ejemplo, un dedo, no implica que no exista el alma. Podríamos sostener, al menos en principio, que el alma sigue estando ahí siendo la responsable de tus actos volitivos. Pero lo que nos enseña este tipo de experimentos es que si funcionan es porque nuestros pensamientos, decisiones etc. están compuestos simple y llanamente de iones que corren de un lado a otro del sistema nervioso. Y esto es importante, para mover iones o usas campos electromagnéticos, o los empujas con alguna otro objeto físico, es decir, necesitas una interacción física. Por lo tanto, algo inmaterial y por lo tanto no físico, como se supone que es el alma, simple y llanamente no puede ser el responsable de nuestras decisiones, pensamientos, etc. Lo cual nos lleva a la conclusión de que bien no existe o no tiene ninguna utilidad.

¿Y las lesiones cerebrales?

Credito Wikipedia
Por otro lado tenemos las lesiones cerebrales que cambian la personalidad de las personas. Supongamos que una persona agradable, amable y simpática sufre una lesión cerebral y se convierte en una persona insoportable. El ejemplo típico de este tipo de lesiones lo tenemos en el obrero de ferrocarriles Phineas Gage. Gage sufrió un accidente. Una explosión hizo que una barra de metal le atravesara el cerebro como se ve en la imagen. El accidente causó daños irreparables en su lóbulo frontal.  Estás lesiones conllevaron cambios severos en la personalidad Gage.

Si somos nuestra alma, el cambio en Gage (y en otra mucha gente) tras una lesión cerebral no tendrá explicación, ya que un cambio físico producido en el cerebro no puede hacer que cambie algo no físico como se supone que es el alma. Una vez más, estos hechos nos llevan a la misma conclusión que antes.

No tenemos alma, simplemente somos máquinas orgánicas, ¡pero que máquinas! Capaces de hacer música, poesía, arquitectura, ciencia y capaces incluso de amar. Hay pocas cosas más sorprendentes que ésta.

Ismael Pérez Fernández