jueves, agosto 02, 2012

Sacrificar tus genitales por el bien de tus genes

Los organismos que pueblan este planeta han sido modelados a lo largo del tiempo por la evolución, cuyo principal mecanismo es la selección natural. Este mecanismo es, no nos engañemos, una lucha descarnada.

El éxito se mide por lo bueno que seas reproduciéndote, es decir, por lo bueno que eres esparciendo tus genes, y para esto, todo cuenta. Cuenta lo bueno que seas consiguiendo el sustento necesario para sobrevivir, así como cuenta, y mucho, lo bueno que seas no dejándote convertir en el sustento de algún depredador que te tiene en su menú. Si además tienes una reproducción sexual, también va a contar, lo bueno que seas consiguiendo una pareja con la que aparearte.

Así contado da la impresión de que los organismo evolucionan por decisión propia, es como si el proceso fuera teleológico, pero nada más lejos de la realidad. Lo que sucede es exactamente lo contrario. Por ejemplo, un organismo sufre un cambio en su ADN, que como resultado, le dota de un mejor camuflaje. Esto automáticamente le hace estar mejor adaptado al medio en el que habita. Lo convierte en una presa más difícil de localizar por sus depredadores. Ahora, este organismo, tiene una ventaja respecto a sus competidores directos. Al ser más difícil de localizar probablemente tenga más tiempo de vida, y por lo tanto más oportunidades para poder reproducirse. Sus descendientes llevarán en su ADN este cambio que les dota de un camuflaje mejorado, esto les pone en una posición de ventaja respecto al resto de competidores. Con el paso del tiempo, si las condiciones en el hábitat no cambian y ese ADN sigue siendo ventajoso, entonces dicho ADN será el más abundante entre los miembros de esa especie. Como se puede observar esto nada tiene que ver con lo que quiera o no el organismo, es algo que está fuera de su control, y no hay un rumbo fijado hacia el que evolucionar, depende de los cambios en el ADN, de cómo afecten estos al organismo en cuestión, y en como estos cambios se relacionan con el hábitat en el que vive dicho organismo.

Donde también se compite es por garantizar que tu descendencia es tuya y no de otro. Para conseguir esto, en el reino animal hay distintas adaptaciones, algunas de ellas son ciertamente drásticas. Por ejemplo, Nephila pilipes es una especie de araña donde los machos intentan tener acceso a una hembra con la que poder copular, para así tener descendencia. Dado que un macho tiene que competir con el resto, cualquier adaptación que permita garantizar que la descendencia es tuya, y no de otro que haya venido detrás, es una adaptación que a buen seguro será exitosa, y a la larga esa adaptación se habrá extendido por toda la especie. En el caso de Nephila pilipes, tras la copula los machos pierden sus genitales, los cuales se quedan dentro de la hembra formando una especie de tapón, impidiendo así que otro macho pueda copular posteriormente con la hembra. De este modo se garantiza que la descendencia es de ese macho y no de otro.

Lo dicho, la lucha es descarnada, y visto lo visto, en el caso de ser macho, tampoco está tan mal ser un homo sapiens y no un miembro de la especie Nephila pilipes.

Los colores de la ciencia

Si no recuerdo mal, fue Richard Feynman el que decía que el saber cómo son las cosas aumenta la belleza de la naturaleza, no la disminuye. Por ejemplo, los atardeceres suelen parecernos bellos, ¿pero no es más bello aun saber que se está produciendo por el incesante giro de la Tierra sobre su eje? Coincido con Feynman, conocer la explicación científica dota de mayor belleza a lo que observamos.

Otro de los fenómenos físicos más bellos que existen, al menos para el que esto escribe, son las nubes iridiscentes. Este tipo de nubes no son muy densas, y están formadas por pequeñas gotas de agua las cuales tienen todas más o menos el mismo tamaño. Si se dan estas condiciones, puede producirse el fenómeno de difracción. Como sabéis la luz del Sol es blanca, pero en realidad está compuesta de distintos colores, al conjunto de estos colores, que normalmente podemos observar en un arcoiris, se le conoce como espectro visible. Pues bien, el grado de difracción es distinto para cada color, esto tiene como consecuencia que la luz blanca se separa en sus distintos componentes ofreciéndonos así un espectáculo multicolor en el cielo.

La próxima vez que tengáis la suerte de observar una de estas nubes iridiscentes, no olvidéis que se debe al fenómeno de la difracción. Tratar de imaginar como los rayos de luz llegan a las pequeñas gotas de agua que forman esa nube, y como al interactuar con ellas los distintos colores se separan, veréis como el bueno de Feynman tenía razón, el conocimiento sobre cómo son las cosas las dota a estas de más belleza.
Image Credit & Copyright: Esther Havens (Light the World)