miércoles, diciembre 30, 2009

El veneno de una ilusión (III). Los niños y la religión

Multitud de veces habremos oído decir que los padres tienen el derecho de elegir la religión que deben profesar sus hijos. Pero como bien ha señalado Richard Dawkins ¿no estaremos cometiendo un abuso sobre el niño? Los niños son demasiado pequeños como para poder entender y analizar de forma crítica lo que se les está diciendo. ¿Qué pensaríamos si los padres adscribieran a sus hijos a sus mismas ideas políticas antes de que fueran lo suficientemente mayores como para pensar en esos temas por si mismos? ¿El mero hecho de ser padre o madre otorga derecho para inculcar creencias en los hijos? Si nos paramos a pensar un poco en esto, la respuesta no es tan obvia, ¿tendrían derecho los padres a inculcarle la creencia a un hijo varón que la violación no está mal y que es un derecho que tiene todo varón? No parece tan claro que los padres tengan el derecho a inculcar las creencias que quieran a sus hijos. Sus hijos no van a vivir solos y aislados sino que van a tener que vivir en una sociedad cada vez más compleja, y por lo tanto formaran parte de una intrincada red de relaciones con otro seres humanos. Entonces, ¿tienen derecho a inculcarles creencias religiosas? Podemos dividir la respuesta en varias partes diferenciadas:

a) ¿Son perniciosas para el conjunto de la sociedad las creencias religiosas?

No todas las creencias que forman parte de la fe religiosa son perniciosas para la sociedad. Hay algunas que son inocuas, como por ejemplo, la virginidad de Maria. Que alguien crea eso no causa ningún problema a la convivencia.

Las creencias que forman parte de lo que hemos llamado fe extremista no parece que dejen lugar a la dudas. Son perniciosas para el conjunto de la sociedad. Creencias como la de que puedes ganar el cielo matando infieles, hace que una parte de la sociedad quiera matar a otra parte. O por ejemplo, si alguien cree que la segunda venida se va a producir en los próximos diez años, ¿qué le puede importar el calentamiento global o cualquier otra preocupación a largo plazo? Este tipo de creencias influye en la elección de los dirigentes políticos. Otro ejemplo lo podemos encontrar dentro del Islam extremista, en él se coarta la libertad de vestir como uno quiera, sobre todo si eres mujer.

En cuanto a la llamada fe moderada también acarrea creencias perjudiciales para la sociedad. Normalmente, se tiene a la Iglesia Católica como paradigma de la fe moderada, pero aun así sostienen algunas creencias que pueden dañar la convivencia de una sociedad cuando no directamente la calidad de vida de algunas personas, o la vida de estas directamente. Por poner sólo unos ejemplos, en España, recientemente, hemos visto cómo la Iglesia Católica se oponía a la unión en matrimonio de personas homosexuales, intentando así mantener a los mismos con menos derechos que el resto, cuando lo que se ha legislado es la posibilidad de que una pareja de homosexuales pueda contraer matrimonio civil. Es curioso, pero normalmente se argumentaba que no era natural, pero los gatos, delfines, avestruces, pingüinos, primates, corderos, venados, flamencos, ballenas, y murciélagos tienen comportamientos homosexuales(1), según ellos estos animales ¿no son naturales? O, por otra parte, argumentaban que ese tipo de uniones era un ataque a la familia (más bien a su concepto de familia) ¿es que la familia en la que hay homosexuales deja de serlo? ¿Piensan que el mero hecho de que los homosexuales dispongan del derecho a casarse va hacer que los heterosexuales nos volvamos homosexuales? En el fondo su oposición viene determinada por la base de su moral que en este caso es la Biblia, o al menos una interpretación de la misma. Volveremos a esto más adelante.

Por otro lado, la Iglesia Católica se opone a la investigación con células madre o a la clonación terapéutica cerrando así la puerta a futuras curas para enfermedades a día de hoy intratables. De seguir por lo tanto sus proposiciones, se condenaría al sufrimiento a miles de personas. Un último ejemplo es la oposición al uso del preservativo, sometiendo así a las personas a la amenaza mortal del SIDA. Los creyentes que apoyan a la Iglesia en estos asuntos no estrellarán aviones contra edificios y no revientan trenes a bombazos, pero se oponen a la igualdad de derechos entre las personas, se oponen al avance del conocimiento y, si por ellos fuera, llevarían al sufrimiento a miles de enfermos al oponerse a investigaciones que podrían conducir a futuras curas. Cuando se observa esto la línea que separa la fe moderada de la extremista resulta un tanto borrosa.

b) La carencia de contenido epistémico de la fe religiosa.

Epistémico es un adjetivo que indica “referente a la episteme” y de las posibles acepciones de esta palabra, aquí me refiero a la segunda de ellas, a saber, “conocimiento exacto”. ¿Nos ofrece la fe religiosa alguna clase de conocimiento referente a cómo es el Universo? La respuesta es sencilla: no. Ésta es la principal causa por la que no se debería impartir clases de religión en los colegios. Se debe enseñar conocimiento, no creencias. Cuando digo que no se debería impartir clases de religión me estoy refiriendo a que no se debe adoctrinar en un credo religioso concreto, no tengo nada en contra de que se imparta, por ejemplo, historia de las religiones o incluso en que se enseñe lo que dicen dichas religiones, siempre y cuando no se pretenda adoctrinar y se enseñe del mismo modo que se puede enseñar las relaciones de los dioses de la mitología griega, que en su día fue una religión. La fe, como ya he mencionado antes, es asumir que algo es cierto sin que haya nada que así lo demuestre. La fe no nos aporta nada sobre cómo es el Universo, más bien al contrario; los textos religiosos como la Biblia, el Corán y la Torah fallan clamorosamente en sus afirmaciones acerca de cómo es y cómo funciona el Universo. Con el conocimiento adquirido hasta el día de hoy podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que lo que se afirma en dichos libros respecto del surgimiento del Universo, la vida, etc. es simplemente falso.

La enseñanza de la fe religiosa tiene implicaciones negativas en la educación de los niños. La primera se puede resumir en una anécdota personal que aconteció hace algunos años. Un primo mío, que por aquel entonces estaba en el colegio, tenía entre las distintas asignaturas la de religión. Un día hablando con él sobre la posibilidad de vida en otros lugares del Universo me hizo la siguiente pregunta: ¿quién tiene razón, el profesor de naturales que nos dice que el hombre viene del mono, o el de religión, que dice que venimos de Adán y Eva? Sí, como han leído, y no, esto no es una anécdota del siglo XIX, pero si del XX. La enseñanza de la religión contamina el aprendizaje de otras áreas del conocimiento, debido principalmente a que contradice lo que hoy sabemos del mundo. No se suele contar como si fuera una metáfora, no se indica que no debe tomarse como un hecho, llevando así a los niños al grado de confusión que mostró mi primo en aquella pregunta, repercutiendo así de forma negativa en su formación.

Además, cómo podría reaccionar alguien que mas adelante descubre que todo lo que le han contado respecto a su religión no tiene más fundamento que la fe de los que le adoctrinaron. ¿Cómo nos sentiríamos si de pronto descubriéramos que, por ejemplo, lo que nos enseñaron de historia sólo tiene como base la fe del profesor que tuvimos? ¿Qué pensaríamos de las instituciones si descubriéramos que no hay ni una sola prueba de que Colón descubrió América, salvo la fe de los que así querían creerlo? ¿Acaso a eso se le podría llamar educación? ¿Qué pensaría uno? ¿Que le educaron o que le adoctrinaron?

La enseñanza de la fe puede acarrear, además, otro efecto colateral aun más dañino para el estudiante, y es que la fe demanda de nosotros el creer lo que se nos dice. Te invita a no cuestionar, a no dudar, en definitiva: a no pensar. Ese habito puede tener consecuencias dañinas para la formación del pensamiento crítico del estudiante. Estoy dando por sentado que esa ausencia de pensamiento que requiere la fe puede extenderse al resto de actividad mental del niño incapacitándole para ser una persona crítica. No estoy afirmando que siempre suceda así, pero es un riesgo que se corre innecesariamente, un riesgo que aumenta debido a que en todo momento se nos ha dicho por activa y por pasiva que tener fe es una virtud.

La anulación de las capacidades críticas que demanda la fe te convierte en un títere frente a las afirmaciones de los demás. Te conviertes en una veleta incapaz de analizar y pensar por ti mismo.

c) La religión como fuerza divisoria.

La religión tiene una fuerza divisoria difícil de imaginar. Es la mejor etiqueta de identificación que se tiene hoy en día para separar el nosotros del ellos. Ese etiquetado empieza en la infancia de forma abusiva, ya que un niño no es capaz de comprender ni analizar por si mismo el contenido de la fe en la que se le inicia. A partir de este momento crece el sentido de pertenecía al grupo “el nosotros” (católicos, islamistas, protestantes, evangelistas, judíos...) . Y así comienza desde la infancia la identificación de los otros, los raros, los que tienen una fe errónea. Así, desde pequeños se inculca una creencia incuestionable, y todos los que no la compartan están equivocados. Más aun: si se siguen los textos “sagrados” al pie de la letra, aquellos infieles que osen no creer, o creer en otra divinidad, deben ser castigados, incluso con la muerte. Como veremos más adelante, esto es fuente de conflictos o ha ayudado a amplificar los mismos.

Una vez que la fe es implantada en alguien, resulta muy difícil que esa persona se deshaga de ella. Es frecuente encontrar personas que aseveran “yo creo en Dios, pero no en la Iglesia”. Lo que suele suceder es que los dictados de su Iglesia se hacen incompatibles con su propio estilo de vida, y decide así que la Iglesia está equivocada, rechazando la autoridad de los sacerdotes, para erigirse él mismo en autoridad en lo que se refiere a lo divino; su fe se transforma de una fe en lo que aseguran los sacerdotes a una fe de lo que él cree que debe ser. Incapaz de analizar críticamente su propia fe, la persona queda obligada a cambiar la supuesta infalibilidad de los sacerdotes para conocer a Dios por la suya propia. Se convierte en su propio sacerdote.


(1) J.Rubia Francisco. El sexo del cerebro. La diferencia fundamental entre hombres y mujeres. Madrid: Temas de Hoy. 2007, p. 155.