miércoles, diciembre 23, 2009

El veneno de una ilusión (II). Sobre la fe

Estamos acostumbrados a oír que hay dos tipos de fe distintas, la extremista y la moderada, podríamos catalogarlas. Pero la diferencia no estriba en la fe en si misma, sino en las acciones de las personas que profesan dicha fe. La fe no puede ser extremista o moderada, la fe no es más que asumir que algo es cierto sin la mas mínima prueba que lo apoye. A veces escuchamos expresiones del tipo “en algo hay que creer” o “todos creemos en algo”, pero aquí se está incurriendo en un error, el psiquiatra Fernando García de Haro, lo explica magistralmente en su libro El secuestro de la mente(1):


"...La misma palabra creencia se presta a esta errónea interpretación, ya que por un lado significa una apuesta por el futuro, una esperanza o un deseo: creo que mañana lloverá, o creo que sobreviviré a mi enfermedad: y por otro lado se refiere a una interpretación cognitiva sobre algo: Galileo tenía elementos objetivos suficientes para pensar que la Tierra se mueve, y los religiosos de su tiempo creían -mezclaban los afectos con las cogniciones- que la Tierra no se movía."

Así pues, cuando hablo de fe o creencia me estoy refiriendo a esa segunda acepción a la que hace referencia Haro, es decir, el asumir como cierto algo de lo que no hay pruebas o incluso en contra de las pruebas.

Si las acciones basadas en la fe tienen influencias negativas, como por ejemplo derribar edificios con aviones, o reventar trenes a bombazos, u oponerse al avance del conocimiento científico, entonces ¿qué hacer? ¿Debemos hacer caso a los lideres religiosos, políticos, etc.? Los cuales nos aseguran que esa es una fe mala, degradada, falsa, que traiciona a la verdadera fe, la buena. Pero ¿cómo pueden saberlo? Repitamos: “la fe es asumir como cierto algo de lo que no hay ni la más mínima prueba, o incluso en contra de las pruebas”. Se podrá discernir si las consecuencias de dicha fe son buenas o no, pero ¿cómo saber si la fe en si misma es buena o no?

No hay nada que objetivamente nos permita decir qué fe es cierta, no importa que las acciones de las personas que la profesan sean perjudiciales o no, eso no nos dice nada acerca de si sus creencias son ciertas. La única forma de plantar clara es precisamente poniendo al descubierto la falsedad de su fe. El concepto de Dios carece de cualquier referente existencial intersubjetivamente observable, y esto es un problema grave, y debido a ello se podrá afirmar, y de hecho se afirma, lo que se quiera de él. Desde que es benevolente y nos ama, hasta que a las personas de otras fes y a los no creyentes hay que pasarlos a cuchillo, o incluso ambas cosas al mismo tiempo. El extremismo esta servido.

Desde la posición de una fe moderada y usando esta como base de la argumentación, no se puede argumentar coherentemente en contra de una fe extremista ¿en que se podrían basar? Como pasa con la fe de los extremistas, carecen de cualquier base objetiva. ¿Por qué hacer caso a unos y no a otros? ¿Qué criterio de decisión objetiva se podría usar? La fe moderada es inservible para contradecir la fe de los extremistas. La única posibilidad de mostrar lo equivocado de la fe extremista es mostrar lo erróneo de dicha fe. Y esto consiste en última instancia en cuestionar la mismísima existencia de Dios, es decir, intentar establecer si es probable o no que exista semejante ser, y en este punto es donde mucha gente de fe moderada se posiciona en contra. No se quiere que se aborde el tema de Dios de forma crítica, porque eso es atacar su fe. Por lo tanto, por defender su fe protegen también la fe de los extremistas. Así pues, desde la llamada fe moderada se carece de medio objetivo para indicar el error de la fe extremista, además se muestra en contra de la crítica de la fe religiosa, por lo que actúa como escudo protector de la fe extremista. Por ultimo, coloca a la gente en esa pendiente resbaladiza de la fe, ya que si se es capaz de aceptar una fe como cierta, sólo se necesita que se den determinadas circunstancias para que esa fe se convierta en esa otra que llaman extremista.

Además de la fe moderada existe otro tipo de fe, que se opone a la crítica de la religión. El filósofo Daniel Dennett, es su interesante libro “Breaking the spell. Religión as a Natural Phenomenon” habla de belife in belife(2), es decir, fe en la fe o creer en la creencia, como quieran. Lo que viene a decir Dennett es que hay gente que aun no creyendo en Dios, creen que creer en él es bueno. Que no es la fuente de ningún problema, y que la fe religiosa no debe ser criticada, que hay que exponer a los niños a ella, incluso pueden lamentarse por carecer de ella. Pero es curioso que se actúe así con la fe religiosa. Supongamos que tienen razón, y la fe es inocua, supongamos que tener fe en un ser de cuya existencia no hay ninguna prueba no crea ningún tipo de problema. ¿Deberíamos ser críticos con dicha fe o simplemente dejarlo estar? La respuesta la podemos hallar dentro de las costumbres de nuestra propia sociedad. ¿Existe en nuestra sociedad alguna creencia que sea inocua o incluso que genere felicidad y buen comportamiento, pero aun así nos opongamos a que alguien en su sano juicio mantenga la fe de dicha creencia? Pues la respuesta es sí; Los reyes magos. La creencia en los reyes magos hace felices a los niños, incluso puede mejorar su comportamiento aunque sólo sea cuando se acercan las fechas de su supuesta venida. Y hasta donde yo sé, no ha habido ningún conflicto por creer en sus majestades. ¿Por qué entonces llegada determinada edad hacemos que los niños dejen de creer? Realmente, no podemos estar seguros al 100% de la inexistencia de sus majestades. Además siempre se puede añadir objeciones ad hoc para evitar la negación de su existencia. Pero todo lo que sabemos nos lleva a la conclusión de que es altamente improbable que existan, y es esto lo que nos hace afirmar la no existencia de dichos seres. Esta sencilla razón es la que nos conduce a abandonar dicha creencia y a estar pendientes de que los niños no lo sigan creyendo. ¿Por qué deberíamos actuar de forma distinta con la fe religiosa cuando ni siquiera podemos estar seguros de que sea inocua?


(1) García de Haro. Fernándo. El secuestro de la mente. ¿Es real todo lo que creemos? Madrid: Espasa. 2006. p21-22.
(2) Dennett C. Daniel. Breaking the Spell. Religion as a natural Phenomenon. London [etc]: Pengiun Group. 2006. p200-246.