martes, noviembre 08, 2011

Ensayo y carta sobre la tolerancia


En estas dos obras de John Locke, tanto la carta como el ensayo, el filósofo nos habla principalmente de la tolerancia religiosa. Nos habla de su visión de lo que hay que tolerar y de lo que no. Lo más importante o rescatable de la obra es como se empieza a vislumbrar la propuesta de la separación entre la religión y el estado, algo que caracteriza a las democracias modernas, aunque en algunas como en España todavía nos queden por dar algunos pasos. 

Locke defiende ardorosamente que el gobierno no tiene potestad para decirle a los ciudadanos lo que tienen que creer o no, eso es un asunto de cada ciudadano en el que no cabe ingerencia alguna por parte del gobierno, al mismo tiempo argumenta que las iglesias no pueden legislar que eso es asunto del gobierno, hasta aquí todo recuerda a la versión actual del laicismo. Pero Locke, arremete contra dos clases de ciudadanos que en su opinión no deben ser tolerados, por un lado están los ateos de los cuales dice: 

 No deben ser tolerados quienes niegan la existencia de Dios.

Y por otro lado arremete y con mayor virulencia contra los católicos: 

Deben ser considerados como enemigos irreconciliables de cuya fidelidad nadie puede estar seguro mientras sigan prestando obediencia ciega a un Papa infalible [...]. Como  se hace con las serpientes, no se puede ser tolerante con ellos y dejar que suelten su veneno.

Incluso aunque a lo largo de la obra hace hincapié de que el uso de la violencia no puede convencer a nadie de que sus creencias son erróneas, argumentando con razón, que con la violencia se podrá imponer pero difícilmente convencer. Tras esta argumentación no deja de llamar la atención que haga una excepción con los católicos. Evidentemente para entender esta postura hay que tener presente la época en la que se escribieron esos escritos la situación religiosa que se daba en Inglaterra, y la adscripción de Locke a la Iglesia de Inglaterra. 

Un libro recomendable. No está de más que de vez en cuando leamos a los clásicos del pensamiento, siempre nos van hacer pensar lo cual es de agradecer. 

Ismael Pérez Fernández.