miércoles, marzo 25, 2009

La Iglesia y el sexo.

Leo en Las penas del Agente Smith las declaraciones del portavoz de la Conferencia Episcopal Española respecto al uso del preservativo. Les recomiendo que lean dicho post ya que en el mismo se pone en entre dicho una de las afirmaciones que realiza Martínez Camino, a saber, que el uso del preservativo promueve la promiscuidad.

De las declaraciones del señor Camino me ha llamado la atención la siguiente frase:

"Sería bueno dejar de distorsionar la postura de la Iglesia a este respecto y subrayar que su propuesta de humanizar la sexualidad, es decir, de promover la fidelidad y la abstinencia de relaciones indebidas" (negrita mía)

Empecemos por el final ¿quien va a ser el encargado de decirnos que relaciones son indebidas y cuales no? Peligroso terreno éste en el que se mete el señor Camino, ¿se va encargar la Iglesia de fiscalizar las relaciones de los ciudadanos o se lo van a pedir al estado?

Pero de todo lo afirmado en la frase lo que más me llama la atención es lo que he resaltado en negrita. Humanizar la sexualidad. Reflexionemos por un momento, en concreto centrémonos en la pornografía, ¿cuantos animales se graban teniendo todo tipo de relaciones sexuales para que congéneres suyos disfruten y se diviertan viéndolo posteriormente? Yo sólo conozco un animal que tenga dicho comportamiento, y ese es el Homo Sapiens. Aquí no se trata de si la pornografía está bien o mal, es buena o mala etc. sino de que es algo que sólo y únicamente hacemos los humanos, y por lo tanto, guste o no, es una conducta sexual humana. No obstante, la Iglesia no parece incluir la pornografía como conducta sexual humana dentro de ese proyecto suyo de "humanizar la sexualidad", es decir, la Iglesia, con no se sabe muy bien que autoridad parece querer erigirse en la institución capaz de decirnos lo que es humano y lo que no. En definitiva, esto de "humanizar la sexualidad" parece más bien una forma velada de decir que aquellos que no mantengan una sexualidad acorde con lo que ellos dicen tienen una sexualidad deshumanizada, vamos que son menos humanos.


Por otro lado la Iglesia sostiene que las relaciones sexuales se deben tener con el fin de procrear y nada más. Si les hiciéramos caso nos estaríamos comportando como el resto de animales, que mayoritariamente utilizan el sexo con fines reproductivos salvo los delfines y algunas clases de chimpancés que también lo hacen por placer. De seguir su doctrina ¿nuestra sexualidad no sería más animal y menos humana?

De todos modos tampoco no nos vendría mal fijarnos en el reino animal, porque por sorprendente que pueda parecer se pueden encontrar ejemplos a seguir. Humildemente propongo que nos fijemos un poco en la conducta sexual de los bonobos (Pan paniscus) o chimpancés pigmeos.

Su conducta sexual es muy compleja, tanto como la nuestra, lo cual sabiendo lo próximos que estamos evolutivamente hablando no resulta tan extraño. El caso es que los bonobos utilizan las relaciones sexuales, como saludo, como método de resolución de conflictos y como medio de reconciliación tras los mismos, entre otros usos. Tal vez lo de utilizarlo como saludo no nos guste mucho y habría que discutirlo, pero no me negarán que el segundo uso que he enumerado no merecería la pena cuando menos estudiar su viabilidad. De hecho, los bonobos son una de las especies más pacificas que existen, y parece ser que dicha característica se debe al uso del sexo para la resolución de conflictos.

La sexualidad, sobre todo la humana, es algo apasiónate y complejo que requiere de estudios serios para conocerla y entenderla mejor. Esto nos conducirá a un mejor conocimiento sobre nosotros mismos y a tener conductas sexuales más seguras, le pese a quien le pese. Más vale adentrarse en las aguas de la sexualidad humana para evitar los posibles riesgos, que abandonarnos a doctrinas religiosas que ven el sexo como algo malo y que conviene evitar.


Ismael Pérez Fernández.