martes, julio 07, 2009

Los vampiros ¡vaya timo!

Tenía pendiente leer los dos últimos libros publicados en la colección ¡vaya timo! Una colección editada por la editorial Laetoli en colaboración con la Sociedad Para el Avance del Pensamiento Crítico.

Los vampiros ¡vaya timo!, por el título parece el menos serio de todos los editados hasta la fecha, pero nada más lejos de la realidad. El libro nos ofrece un viaje bien documentado sobre la historia de la creencia en la existencia de los vampiros, dicha historia se remonta unos 5000 años hasta la antigua Mesopotamia donde se creía en la existencia de Lilit. Desde este remoto pasado el autor va pasando por distintas épocas recabando distintos testimonios sobre la existencia de vampiros o upiros, y a la vez nos da explicaciones de por qué se observaba lo que dichos testimonios recogían.

Este viaje a través del folclore de los vampiros nos acerca un poco más y nos ayuda a conocer mejor el entorno cultural, en el cual se creía profusamente en la existencia de vampiros. El viaje nos lleva hasta el escepticismo ilustrado, donde podemos ver como ya en plena ilustración se dudaba de la existencia de vampiros, y como se daban argumentos racionales para explicar dicha creencia. El viaje como no puede ser de otra manera nos lleva hasta la época actual en la que los vampiros han inundado en buena medida nuestra literatura y nuestro cine.

Si tiene curiosidad por adentrarse en la leyenda y mito de los vampiros, si quiere conocer como ha ido evolucionando la creencia en los mismos, si siempre le llamo la atención todo el folclore relacionado con los mismos pero nunca supo como empezar adentrarse en ese mundo, Los vampiros ¡vaya timo! Es exactamente el libro que necesita.

Ismael Pérez Fernández.

Un homínido en Londres IV.

Continuo con este breve repaso a mi estancia en la capital del Imperio Británico.

El tercer día madrugamos para estar a primera hora en la Catedral de San Paul, no es que sea estrictamente necesario madrugar par ir a verla, pero si lo haces te quitas aglomeraciones y puedes disfrutar más tranquilamente. La catedral, preciosa, como era de esperar. Dentro de la catedral podemos encontrar numerosas tumbas, entre ellas, la más famosa, la del Almirante Nelson. Si van les recomiendo que suban a la cúpula, aunque eso si, son muchos escalones, no recuerdo la cifra exactamente pero creo que rondaba los 250 escalones. Eso sólo para subir al primer nivel de la cúpula, si quieren subir más, tómenselo con paciencia. Lo cierto es que subir merece la pena, ya que se puede salir al exterior y disfrutar de una buena perspectiva de la ciudad.

Después pusimos rumbo al Tower Bridge, que posiblemente sea el puente más famoso de Londres. Lo cruzamos andando y continuamos dando un agradable paseo por la otra orilla del Támesis, hasta llegar al edificio de la Tate Gallery, en frente del cual se encuentra el puente del milenio.

Una vez realizado ese recorrido, nos fuimos al metro, o Tube, como lo llaman ellos, para irnos a GreenWich, un parque enorme, es tan grande que no sabes si llamarlo parque es lo más apropiado, allí nos tiramos un rato en el césped mientras comíamos algo. Después de un breve descanso pusimos rumbo al observatorio astronómico, el cual se encuentra en la colina que gobierna el parque entero. Lo más típico del observatorio, es hacerse la foto en el meridiano, claro que hay que disponer de una buena dosis de paciencia, porque la cola que hay que hacer para sacar la foto es muy larga. De hecho, no nos hicimos la susodicha foto, preferíamos ver otras partes del observatorio, como el pequeño museo que tiene, o ver el último fragmento del que en su época fue el telescopio más grande del mundo, el telescopio Herschel, al cual nadie hacia caso. A la salida del observatorio nos sentamos un rato en lo alto de la colina para disfrutar de las vistas y hacer otro descanso, después de esto pondríamos rumbo al centro de Londres para buscar un lugar para tomar una buena pinta y cenar tranquilamente cena.

Ismael Pérez Fernández.