Continuo con este breve repaso a mi estancia en la capital del Imperio Británico.
El tercer día madrugamos para estar a primera hora en la Catedral de San Paul, no es que sea estrictamente necesario madrugar par ir a verla, pero si lo haces te quitas aglomeraciones y puedes disfrutar más tranquilamente. La catedral, preciosa, como era de esperar. Dentro de la catedral podemos encontrar numerosas tumbas, entre ellas, la más famosa, la del Almirante Nelson. Si van les recomiendo que suban a la cúpula, aunque eso si, son muchos escalones, no recuerdo la cifra exactamente pero creo que rondaba los 250 escalones. Eso sólo para subir al primer nivel de la cúpula, si quieren subir más, tómenselo con paciencia. Lo cierto es que subir merece la pena, ya que se puede salir al exterior y disfrutar de una buena perspectiva de la ciudad.
Después pusimos rumbo al Tower Bridge, que posiblemente sea el puente más famoso de Londres. Lo cruzamos andando y continuamos dando un agradable paseo por la otra orilla del Támesis, hasta llegar al edificio de la Tate Gallery, en frente del cual se encuentra el puente del milenio.
Una vez realizado ese recorrido, nos fuimos al metro, o Tube, como lo llaman ellos, para irnos a GreenWich, un parque enorme, es tan grande que no sabes si llamarlo parque es lo más apropiado, allí nos tiramos un rato en el césped mientras comíamos algo. Después de un breve descanso pusimos rumbo al observatorio astronómico, el cual se encuentra en la colina que gobierna el parque entero. Lo más típico del observatorio, es hacerse la foto en el meridiano, claro que hay que disponer de una buena dosis de paciencia, porque la cola que hay que hacer para sacar la foto es muy larga. De hecho, no nos hicimos la susodicha foto, preferíamos ver otras partes del observatorio, como el pequeño museo que tiene, o ver el último fragmento del que en su época fue el telescopio más grande del mundo, el telescopio Herschel, al cual nadie hacia caso. A la salida del observatorio nos sentamos un rato en lo alto de la colina para disfrutar de las vistas y hacer otro descanso, después de esto pondríamos rumbo al centro de Londres para buscar un lugar para tomar una buena pinta y cenar tranquilamente cena.
Ismael Pérez Fernández.
El tercer día madrugamos para estar a primera hora en la Catedral de San Paul, no es que sea estrictamente necesario madrugar par ir a verla, pero si lo haces te quitas aglomeraciones y puedes disfrutar más tranquilamente. La catedral, preciosa, como era de esperar. Dentro de la catedral podemos encontrar numerosas tumbas, entre ellas, la más famosa, la del Almirante Nelson. Si van les recomiendo que suban a la cúpula, aunque eso si, son muchos escalones, no recuerdo la cifra exactamente pero creo que rondaba los 250 escalones. Eso sólo para subir al primer nivel de la cúpula, si quieren subir más, tómenselo con paciencia. Lo cierto es que subir merece la pena, ya que se puede salir al exterior y disfrutar de una buena perspectiva de la ciudad.
Después pusimos rumbo al Tower Bridge, que posiblemente sea el puente más famoso de Londres. Lo cruzamos andando y continuamos dando un agradable paseo por la otra orilla del Támesis, hasta llegar al edificio de la Tate Gallery, en frente del cual se encuentra el puente del milenio.
Una vez realizado ese recorrido, nos fuimos al metro, o Tube, como lo llaman ellos, para irnos a GreenWich, un parque enorme, es tan grande que no sabes si llamarlo parque es lo más apropiado, allí nos tiramos un rato en el césped mientras comíamos algo. Después de un breve descanso pusimos rumbo al observatorio astronómico, el cual se encuentra en la colina que gobierna el parque entero. Lo más típico del observatorio, es hacerse la foto en el meridiano, claro que hay que disponer de una buena dosis de paciencia, porque la cola que hay que hacer para sacar la foto es muy larga. De hecho, no nos hicimos la susodicha foto, preferíamos ver otras partes del observatorio, como el pequeño museo que tiene, o ver el último fragmento del que en su época fue el telescopio más grande del mundo, el telescopio Herschel, al cual nadie hacia caso. A la salida del observatorio nos sentamos un rato en lo alto de la colina para disfrutar de las vistas y hacer otro descanso, después de esto pondríamos rumbo al centro de Londres para buscar un lugar para tomar una buena pinta y cenar tranquilamente cena.
Ismael Pérez Fernández.
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