miércoles, abril 27, 2011

Ciudad sin estrellas

Estamos ante una novela de ciencia ficción entretenida y de lectura rápida, lo que más me gusto fue el final, que no revelaré cual es ,ni porque me gusto, para no dar pistas a aquellos que queráis leer el libro.

Lo cierto es que la historia en sí, no resulta convincente. La novela se centra en algún momento del futuro donde las ciudades que existen están encerradas en una especie de cúpulas y rodeadas de un especie de niebla. A la gente desde pequeña se la enseña que fuera no hay nada salvo residuos radiactivos. El protagonista principal decide salir por si mismo de la ciudad para descubrir que hay fuera ¿por qué? Por un recuerdo que tiene de su madre, lo cual no parece razón suficiente para someterse a semejante aventura. Al mismo tiempo a todos los que creen que fuera hay naturaleza y un mundo por explorar se les tiene ciertamente estigmatizados, de hecho la policía suele revisar los foros de la red donde se reúnen estos creyentes para hablar de sus creencias. Esto resulta poco creíble, ¿por qué se iban a preocupar por semejantes creencias? En la novela nunca se explica por qué se tiene ese interés y preocupación por los misticoides que es como se les llama. La explicación sólo se entreve en algún comentario de algún personaje como que “el creer en algo más allá, en el infinito” es peligroso para el sistema de gobierno ya que podría derrumbarlo, de ahí que los vigilen. Pero claro, no sabes que sistema de gobierno tiene esa sociedad del futuro ya que no se cuenta, tampoco se argumenta como podría derrumbarse por las creencias que tienen los misticoides.

Por otro lado, cuando el protagonista logra salir de la ciudad, descubre que las creencias de los misticoides son ciertas, lo cual arroga más preguntas, ¿por qué se prohíbe salir y se enseña que no hay nada? Preguntas que se quedan sin respuesta en la novela, se podría especular con algún interés por controlar a la gente por parte del gobierno, pero la razón de ese control como he comentado no se entrevé en todo el libro, de hecho los protagonistas parecen disfrutar de libertad de acción.

Así pues la historia queda un poco falta de coherencia, la motivación del personaje por salir y descubrir que hay fuera no queda bien justificada, las razones de las autoridades para preocuparse por las creencias de los miticoides no parecen tener justificación. Parece que se quiere representar una sociedad totalitaria pero no se consigue, ya que en la red los misticoides hablan libremente, no se les prohíbe hablar de sus creencias, aunque esté mal visto y la policía vigile algunas de esas conversaciones porque pueden ser peligrosas aunque nunca se sabe muy bien por qué.

La novela, como he dicho, entretiene pero no es una gran novela de ciencia ficción.

Ismael Pérez Fernández.

No hay que permitir la "carta de la fe" en los debates

En lo referente a debates importantes uno de los errores más importantes que se han cometido es haber dejado que se use la “carta de la fe”. Esta expresión ha sido acuñada por el filósofo Daniel Dennett. En la siguiente entrevista, Dennett lo explica magistralmente, haciendo uso de un ejemplo soberbio que ilustra porque no se puede permitir la “carta de la fe” en debates sobre temas importantes donde la racionalidad debería ser la norma:



Ismael Pérez Fernández.