martes, diciembre 20, 2011

Destruir la ciencia



Los 20 de diciembre, desde 2009 se conocen como el día del escepticismo. Un 20 de diciembre es la fecha en la que murió el científico y divulgador Carl Sagan. Para que su legado ni se pierda ni se diluya, se propone que en los blogs escribamos sobre pensamiento crítico, escepticismo y ciencia en la línea que ya marcó Sagan en su obra El mundo y sus demonios. Cualquiera que quiera participar, ya sabe lo que tiene que hacer.

Por mi parte, he escogido un artículo que escribí para el Escéptico Digital, allá por el 2007, el título del mismo es Destruir la ciencia.

DESTRUIR LA CIENCIA

"La ciencia tiene una sola luz, y encenderla en cualquier parte es encenderla en todas partes." 
Issac Asimov

La ciencia como una luz en la oscuridad. Este es el subtitulo de la entrañable obra del añorado Carl Sagan, "El mundo y sus demonios". Hoy más que nunca es necesaria su lectura. La desaparición del pensamiento científico conlleva inexorablemente el fin de la democracia, ya que los cimientos sobre los que se erige dicho pensamiento no son otros que la libertad de discusión de las distintas ideas, la busqueda de que ideas son objetivamente más correctas, defender las ideas con argumentos, pruebas, datos y observaciones. Si esto desaparece la democracia queda reducida a una pantomima.

Si se quiere socavar la democracia destrúyase primero ese molesto pensamiento crítico que sustenta la ciencia, destruyan la ciencia, redúzcanla a lo que no es, utilicen su lenguaje, hablen como científicos, incluso recurran a su autoridad. Recurran al famoso Einstein y su teoría de la relatividad. Ya saben "todo es relativo". La relatividad ni afirma ni demuestra esa afirmación, pero eso lo saben cuatro gatos, el resto claudicara y no parará de repetirlo para así pavonearse con su sobrada "cultura". Si todo es relativo lo mismo vale la idea que se le ocurre a uno en la barra de un bar, que una teoría desarrollada de manera científica, y claro está, esto llena de gozo a la mayoría ¿por qué? Porque esto nos convierte a todos en Einsteins. De esta fuente beben todos los movimientos como el creacionismo o diseño inteligente. ¡Lo nuestro es una teoría tan valida como la de Darwin! Claman llenos de gozo. Pero se equivocan, no es lo mismo porque una se apoya en pruebas, datos y observaciones, y la otra no es más que un conjunto de malentendidos o tergiversaciones, sin ninguna prueba que la apoye, ¿pero que más da? ¡Si todo es relativo! ¡Todas las opiniones son respetables! Claman una y otra vez los totalitarios con el fin de poner a todas las ideas en pie de igualdad para así asegurarse que lo que dicen y afirman no puede ser criticado, quieren sentirse importantes como reyes. Incapaces de pensar algo que merezca la pena decir reducen todas las ideas al mismo estatus, así las suyas propias valen lo mismo que las de los cerebros más brillantes que haya tenido la humanidad. Por fin tiene el trono que tanto ansiaban.

Atacan la ciencia, y así la educación también se vendrá abajo, una vez más el ejemplo de los creacionistas lo pone de manifiesto ¡Todas las ideas, todas las teorías son iguales!¡hay que enseñarlas todas! ¡Seamos democráticos! Como si el defender la búsqueda de la verdad fuera antidemocrático, la búsqueda de la misma conlleva el rechazar ideas por ser erróneas. Y para poder hacer esto se necesitan pruebas, éstas son nuestras guías para rescatar entre el maremagnum de ideas cuales son aquellas que merezcan la pena. Si no se defiende esta postura, ¿qué educación esperamos tener? La opinión del profesor valdrá lo mismo que la del primer individuo que salga en la televisión, y a la larga no habrá profesores que merezcan la pena ser escuchados.

Esta destrucción de los cimientos del pensamiento científico socava los debates que deberían darse en una sociedad democrática. Podrán seguir habiendo debates pero carecerán de sentido. Todas las ideas son respetables y todo es relativo así que todos están convencidos de estar en lo cierto y tener razón. Bajo esta óptica ¿para que servirán los debates en los parlamentos? Para nada, absolutamente para nada. La democracia reducida a pantomima.

El ataque a la base del pensamiento científico ya ha comenzado y ahora se está empezando a ampliar a la educación. Hemos observado durante años como esto sucedía en Estados Unidos. Como los creacionistas intentan vía judicial que sus ideas se enseñen en clase. Utilizan la vía judicial porque simple y llanamente en la arena científica, donde se deben debatir que ideas son correctas, hace largo tiempo que ya perdieron. Tal vez la mayoría pensábamos de forma ignorante que esas cosas no pasan y no podrían pasar en Europa, pero una vez que se ha erosionado lo suficiente los valores de la Ilustración como lo son la razón, la objetividad, la búsqueda de la verdad y el escepticismo, los cuales son a la vez los pilares básicos del pensamiento científico, entonces y sólo entonces, se está en condiciones de destruir la educación como pretender los creacionistas, si esto sucede, la ciencia no será más que un recuerdo y la democracia quedará reducida a las apariencias.

Lamentablemente el ataque ya ha llegado a Europa, hace poco pudimos ver como el presidente de la Asamblea Parlamentaria, René Van der Linden rechazaba un informe sobre los peligros de la enseñanza del creacionismo, ya que él defiende el respeto a sendas teorías.

Como una luz en la oscuridad, nos presentaba Sagan a la ciencia, pero esta luz como una cerilla al viento esta empezando a parpadear. Están soplando fuerte para extinguirla. No podemos permanecer en silencio. Muchas veces los totalitarismos han triunfado no sólo por sus adalides sino por el silencio de los que se oponían. Si quieren apagar esa tenue luz, encendamos muchas otras. Hay que intentar mantener encendidaesa es luz en la oscuridad que es la ciencia, solo así podremos buscar mejor que ideas merecen la pena. Cada uno de nosotros puede encender esa luz allí donde lo intente.

Estamos a tiempo de alzar la voz y hacernos oír, nos estamos jugando mucho; nuestra educación, nuestro conocimiento, y en consecuencia nuestra libertad.

Ismael Pérez Fernández.