Los volcanes son asombrosos fenómenos naturales, sus erupciones nos cautivan y nos atemorizan. Pero más allá de los sentimientos que nos despiertan, está la curiosidad por entenderlos y comprender el impacto que tienen y han tenido en el clima de la Tierra.
Una investigación liderada por el climatólogo Alan Robock que apareció publicada el mes de mayo en Journal of Geophysical Research Atmospheres, pone de relieve que se había sobreestimado la influencia que la erupción del Toba tuvo en la última era glacial. Dicha erupción coincidió con el período de 1000 años de la última glaciación. Hasta ahora se pensaba que el principal responsable de dicha glaciación fue precisamente esa erupción, pero las simulaciones realizadas por Alan Robock y su equipo sugieren que no fue así. Dicha erupción, en el mejor de los casos, pudo hacer que las temperaturas bajaran durante unas décadas pero no durante un milenio, por lo que la última glaciación debería formar parte de un ciclo que produjo otras glaciaciones en el último par de millones de años.
Que una erupción volcánica haga descender las temperaturas se debe a que además de gases de efecto invernadero también suele expulsar grandes cantidades de dióxido de azufre (SO2), el cual sufre un proceso de oxidación formando trióxido de azufre(SO3), este reacciona con el vapor de agua de la atmósfera y acaba formando un aerosol de ácido sulfúrico, dicho aerosol se difunde rápidamente por la atmósfera bloqueando así el paso a buen aparte de la radiación solar, produciéndose de este modo el consiguiente descenso de las temperaturas. Después llegaría el infierno en forma de lluvia ácida.
Aunque la erupción del Toba no fuera la responsable de la glaciación, sigue siendo un fenómeno sobrecogedor, si dicha erupción sucediera hoy, las temperaturas descendería unos 17ºC durante varios años, se tardaría varias décadas en volver a las condiciones que reinaban antes de dicha erupción. Las consecuencias para la agricultura y la vegetación serían desastrosas, y la humanidad se vería en apuros.
Ismael Pérez Fernández.
Una investigación liderada por el climatólogo Alan Robock que apareció publicada el mes de mayo en Journal of Geophysical Research Atmospheres, pone de relieve que se había sobreestimado la influencia que la erupción del Toba tuvo en la última era glacial. Dicha erupción coincidió con el período de 1000 años de la última glaciación. Hasta ahora se pensaba que el principal responsable de dicha glaciación fue precisamente esa erupción, pero las simulaciones realizadas por Alan Robock y su equipo sugieren que no fue así. Dicha erupción, en el mejor de los casos, pudo hacer que las temperaturas bajaran durante unas décadas pero no durante un milenio, por lo que la última glaciación debería formar parte de un ciclo que produjo otras glaciaciones en el último par de millones de años.
Que una erupción volcánica haga descender las temperaturas se debe a que además de gases de efecto invernadero también suele expulsar grandes cantidades de dióxido de azufre (SO2), el cual sufre un proceso de oxidación formando trióxido de azufre(SO3), este reacciona con el vapor de agua de la atmósfera y acaba formando un aerosol de ácido sulfúrico, dicho aerosol se difunde rápidamente por la atmósfera bloqueando así el paso a buen aparte de la radiación solar, produciéndose de este modo el consiguiente descenso de las temperaturas. Después llegaría el infierno en forma de lluvia ácida.
Aunque la erupción del Toba no fuera la responsable de la glaciación, sigue siendo un fenómeno sobrecogedor, si dicha erupción sucediera hoy, las temperaturas descendería unos 17ºC durante varios años, se tardaría varias décadas en volver a las condiciones que reinaban antes de dicha erupción. Las consecuencias para la agricultura y la vegetación serían desastrosas, y la humanidad se vería en apuros.
Ismael Pérez Fernández.
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