jueves, noviembre 12, 2009

A vueltas con la crucecita

A estas alturas ya todos hemos oído hablar de la sentencia del Tribunal de Estrasburgo, en la que se dice:

"la exposición obligatoria de un símbolo de una confesión concreta en el ejercicio de la función pública, en particular, en las salas de clase, restringe el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones, así como el derecho de los niños a creer o no creer"


Como era de esperar, a más de uno no le ha gustado la sentencia. En el diario Público se recogen las declaraciones del arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo, el cual ha afirmado:

"por defender los derechos de unos pocos se niega el derecho de los padres que desean que permanezcan los crucifijos en las escuelas"

El señor arzobispo se equivoca, no es por defender el derecho de unos pocos sino los derechos de todos. Pongámoslo de otra manera, y si en lugar de la cruz, se estuviera hablando del pentáculo, o se estuviera hablando de poner encima de la pizarra una frase como ésta: "Dios no existe", imagino que el señor arzobispo estaría entonces a favor de la sentencia de Estrasburgo. Si leemos la sentencia se habla de símbolo en general, no de uno en particular.

Comparto el punto de vista de Richard Dawkins, no existen niños católicos, o musulmanes, o judíos, o ateos. Existen niños de padres católicos, o judíos, o ateos, etc. Un niño no tiene el conocimiento necesario ni la capacidad de realizar una reflexión crítica sobre el asunto, por lo tanto el forzarle a adoptar una postura es un abuso psicológico que se realiza sobre él.

Supongo que todos coincidimos en que ciertamente un niño no tiene la capacidad de analizar críticamente lo que se le dice, si hubiera alguien que no está de acuerdo, me permito recordarle que, por ejemplo, los niños son capaces de creerse que un abuelete más bien gordito, y vestido con traje que hace publicidad de cocacola, es capaz de volar en un trineo tirado por renos, meterse por las chimeneas de las casas para dejar regalos a los que allí viven, y para rizar el rizo lo hace en todas las casas del mundo y en una sola noche. Aprovecharse de esta credulidad para implantar en el niño una ideología es realmente vergonzoso.

El aula es de todos y la mejor forma de no discriminar a nadie es no poniendo ningún símbolo religioso. Además, a nadie se le ha prohibido que lleve una cruz colgada al cuello.

Ismael Pérez Fernández.



6 comentarios:

  1. No podria estar mas de acuerdo. No se deben poner simbolos religiosos en una escuela publica, que ha de ser totalmente laica ya confesional. Dentro del colegio, habra niños que procedan de distintos entornos, y cuyas familias puedan profesar una relgion u otra. Si unos padres son catolicos, podrian llevar si asi lo desean a sus hijos a un colegio catolicos,o educarle ellos mismos en esta fe si les parece bien. La religion ha de ser cada vez algo mas privado y personal, la fe de cada uno, y yo abogo por dejar estos asuntos fuera de la escuela, donde un niño va a aprender. Existen sinagogas, clases de catequesis en las iglesias, u otros sitios donde los niños pueden conocer la fe de sus padres, que tambien es parte de su cultura, y donde pueden aprender sobre ella y decidir si tambien desean profesarla o no cuando, como bien dices, tengan el criterio para ello.
    No soy contraria a que unniño reciba una educacion religiosa, si sus padres asi lo desean, pero es cierto que el obispo se equivoca: la mayoria deseamos una escuela libre y laica, donde no se sientan alinados la mayoria de los niños.

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  2. La cuestión no es de mayorías o de minorías: se trata más bien de que el Estado no debe hacer publicidad de ninguna institución privada. ¿Nos mandan folletos del Santander o de ING con el sobre de la declaración de la renta? Pues no pongan crucifijos encima de las pizarras.

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  3. Supongo que el obispo mantendría su discurso coherente si le pedimos que en la iglesia se enseñe el humanismo secular o que se pongan imágenes de Darwin en las aulas de catekesis.
    ¡Pero! me olvidaba que la palabra coherencia no está en la doctrina.
    CARLOSQ

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  4. Anónimo11:22 a. m.

    Buenas Isma:

    No puedo estar más de acuerdo con el artículo. Parece ser que la Iglesia sigue en sus trece. ¿Cuál es el derecho de la mayoría? Yo, como persona no creyente, y en una escuela pública, ¿por qué he de contemplar una cruz? ¿Quién vela por mis derechos? ¿Somos unos pocos o quizás, una mayoría que durante tiempo ha estado silenciosa y que cada día se está concienciando más? La enseñanza pública ha de ser libre, laica, sin exigencias de credo. Dejemos que el niño se desarrolle intelectualmente y decida cuando tenga capacidad para ello.

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  5. Hola:

    ¡Qué envidia (sana)! En mi país subdesarrollado ni se tocan esos temas; se da por hecho que la iglesia católica puede meterse en lo que quiera.

    En mi país, hace tiempo que quieren instalar una estatua, gigantesca y millonaria, del Papa Juan Pablo II, en una plaza pública. Hoy, por lo menos, el Consejo de Monumentos rechazó su instalación, pero no me cabe duda que la terminarán instalando ahí o en otro sector (ojalá privado y que no se vea a simple vista).


    Saludos.

    Bayo

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  6. Correcto. Pero yo iría aun más lejos. Prohibiría (y mira que no soy yo muy dado a las prohibiciones)la Biblia, basándome en su mensaje machista y homofóbico. Si se tratase de una novela, pues vale, pero resulta que es un libro que sirve de guía moral a millones de personas. Uuuhhhmm... quizá escriba un artículo titulado "Contra la Biblia".

    Saludos.

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