Austin Dacey ha escrito un interesante libro. Su punto es que los asuntos de conciencia pertenecen a la esfera publica y no sólo a la privada. Hoy en día es fácil ver como grupos religiosos se manifiestan o expresan sus opiniones sobre diversos asuntos relacionados con temas morales. Por ejemplo, en España, recientemente hemos tenido un claro ejemplo con la cuestión del aborto. Ante estas manifestaciones es algo normal encontrar la replica de “la religión es algo privado y por lo tanto no debe entrar en la esfera publica”, pero ¿cómo no van a influir los asuntos de conciencia en la esfera publica? Todas las personas, creyentes o no, actuamos en base a lo que sabemos, creemos y que creemos que sabemos, por lo tanto lo que nos parece bien y mal irremediablemente tendrá una manifestación en nuestras acciones y por ende, queramos o no, intervendrán en la esfera publica.
Dacey evidentemente escribe el libro para el caso de EEUU, pero mucho de lo que en el se dice tiene validez universal. Dacey muestra su preocupación por la retirada de la esfera publica de los liberales (entiéndase en el contexto de EEUU). Según Dacey han caído presa de dos falacias:
La falacia de la privacidad: que los asuntos de conciencia sean privados, en el sentido de que deben estar libre de coerción, y los gobiernos no deben decir a sus ciudadanos lo que estos deben creer o dejar de creer, no implica que deban estar libres de ser criticados.
La falacia de la libertad: que exista y deba existir la libertad de creer no quiere decir que las creencias estén libres de un escrutinio crítico en la esfera publica.
Una vez señaladas estás dos falacias Dacey invita a que los no creyentes, no se dejen engañar por ellas, y que no se produzca un silencio por su parte.
A veces se acusa de falta de respeto al que emite una crítica sobre determinas creencias de las personas, pero como el propio Dacey señala, el respeto de verdad implica la crítica. Y esto es obvio, para realizar una crítica, uno debe escuchar y prestar atención a su interlocutor, sólo de esa forma se podrá entender qué es lo que piensa y por qué lo piensa, para después proceder a la crítica. Es más, al realizar la crítica, estás reconociendo que tu interlocutor es un ente racional capaz de entender tus argumentos y que se merece tener la oportunidad de escucharlos, y esto es una clara manifestación de respeto. Si no respetas a tu interlocutor o no le crees lo suficientemente racional o inteligente como para hablar con él, entonces es cuando realmente estás mostrando una falta de respecto, no cuando realizas una crítica. El hecho de catalogar como intolerante o como persona falta de respeto hacia los demás al que crítica, por el mero hecho de criticar determinas creencias, probablemente esconde el miedo a descubrir que se está equivocado, lo que se busca es no reflexionar, no examinar en profundidad lo que se creer porque resulta más como asumir que se tiene razón y no cuestionar nada.
En el libro Dacey examina más a fondo todo el asunto, pero creo que la tesis general del libro se puede resumir en una frase del propio Dacey:
Ismael Pérez Fernández.
Dacey evidentemente escribe el libro para el caso de EEUU, pero mucho de lo que en el se dice tiene validez universal. Dacey muestra su preocupación por la retirada de la esfera publica de los liberales (entiéndase en el contexto de EEUU). Según Dacey han caído presa de dos falacias:
La falacia de la privacidad: que los asuntos de conciencia sean privados, en el sentido de que deben estar libre de coerción, y los gobiernos no deben decir a sus ciudadanos lo que estos deben creer o dejar de creer, no implica que deban estar libres de ser criticados.
La falacia de la libertad: que exista y deba existir la libertad de creer no quiere decir que las creencias estén libres de un escrutinio crítico en la esfera publica.
Una vez señaladas estás dos falacias Dacey invita a que los no creyentes, no se dejen engañar por ellas, y que no se produzca un silencio por su parte.
A veces se acusa de falta de respeto al que emite una crítica sobre determinas creencias de las personas, pero como el propio Dacey señala, el respeto de verdad implica la crítica. Y esto es obvio, para realizar una crítica, uno debe escuchar y prestar atención a su interlocutor, sólo de esa forma se podrá entender qué es lo que piensa y por qué lo piensa, para después proceder a la crítica. Es más, al realizar la crítica, estás reconociendo que tu interlocutor es un ente racional capaz de entender tus argumentos y que se merece tener la oportunidad de escucharlos, y esto es una clara manifestación de respeto. Si no respetas a tu interlocutor o no le crees lo suficientemente racional o inteligente como para hablar con él, entonces es cuando realmente estás mostrando una falta de respecto, no cuando realizas una crítica. El hecho de catalogar como intolerante o como persona falta de respeto hacia los demás al que crítica, por el mero hecho de criticar determinas creencias, probablemente esconde el miedo a descubrir que se está equivocado, lo que se busca es no reflexionar, no examinar en profundidad lo que se creer porque resulta más como asumir que se tiene razón y no cuestionar nada.
En el libro Dacey examina más a fondo todo el asunto, pero creo que la tesis general del libro se puede resumir en una frase del propio Dacey:
Si el mantra del fanático es “Yo tengo razón, tú estás equivocado e iras al infierno” el mantra de los no creyentes deberá ser “Yo tengo razón, tú estás equivocado y vamos a seguir debatiéndolo”
Ismael Pérez Fernández.
La frase de Dacey es genial.
ResponderEliminarEl mantra del fanático es un dar la espalda para no seguir discutiendo, acabar abruptamente con un debate al que no se le ve salida, sin embargo, el "mantra" del no creyente supone un deseo de seguir hablando y debatiendo para profundizar cada vez mas y de esa manera aprender y conocer mejor la realidad que nos rodea. Se considera el debate como algo enriquecedor.