La revolución científica no fue cosa de una sola persona, sino de muchas y muy distintas personas. John Gribbin, uno de los mejores divulgadores científicos, nos propone, en este libro, adentrarnos en la creación de la que bien podría catalogarse como la primera institución científica, la Royal Society.
La idea básica del método científico, la idea que se esconde en su corazón es: que para hablar de la naturaleza y como es ésta hay que realizar experimentos y/o observaciones, y si tus ideas (hipótesis se las suele llamar) no encajan con el resultado del experimento o con lo observado, entonces son simplemente falsas y no describen como es y como se comporta la naturaleza. Entiéndase por naturaleza, el Universo entero, que es el objeto de estudio de la ciencia, sólo que hay distintas disciplinas científicas para estudiar distintos aspectos del mismo, ya saben, el famoso divide y vencerás.
Pues bien, esta idea que hoy en día se nos antoja completamente evidente, no es algo que haya surgido con facilidad, recordemos que la revolución científica no empieza a dar sus primeros pasos de verdad hasta el siglo XVI. Normalmente atribuimos a Galileo la introducción del método científico, pero según nos muestra Gribbin parece ser que fue William Gilbert el primero en poner por escrito esa idea.
La época durante la que se crea la Royal Society fue algo convulsa, y esto afectó de distintas maneras a todos los que tomaron parte en la empresa. Por las páginas del libro veremos pasar distintas personalidades algunas conocidas y otras no tanto, lo cual pone de manifiesto que la ciencia en realidad es una empresa colectiva.
El libro es fácil de leer, y tiene momentos mejores y peores, aunque probablemente eso vaya más en los gustos del lector. Lo que realmente me ha gustado es que a pesar de la eclipsante figura de Isaac Newton, Gribbin también nos pone en contexto y destaca la labor de otros dos gigantes Robert Hooke y Edmun Halley, dos figuras sin cuya valiosa aportación la revolución científica no se habría completado. No os develo las aportaciones de estos dos genios, eso os dejo que lo descubráis en el libro, junto con las ideas y aportaciones de otro muchas figuras relevantes.
Ismael Pérez Fernández.
La idea básica del método científico, la idea que se esconde en su corazón es: que para hablar de la naturaleza y como es ésta hay que realizar experimentos y/o observaciones, y si tus ideas (hipótesis se las suele llamar) no encajan con el resultado del experimento o con lo observado, entonces son simplemente falsas y no describen como es y como se comporta la naturaleza. Entiéndase por naturaleza, el Universo entero, que es el objeto de estudio de la ciencia, sólo que hay distintas disciplinas científicas para estudiar distintos aspectos del mismo, ya saben, el famoso divide y vencerás.
Pues bien, esta idea que hoy en día se nos antoja completamente evidente, no es algo que haya surgido con facilidad, recordemos que la revolución científica no empieza a dar sus primeros pasos de verdad hasta el siglo XVI. Normalmente atribuimos a Galileo la introducción del método científico, pero según nos muestra Gribbin parece ser que fue William Gilbert el primero en poner por escrito esa idea.
La época durante la que se crea la Royal Society fue algo convulsa, y esto afectó de distintas maneras a todos los que tomaron parte en la empresa. Por las páginas del libro veremos pasar distintas personalidades algunas conocidas y otras no tanto, lo cual pone de manifiesto que la ciencia en realidad es una empresa colectiva.
El libro es fácil de leer, y tiene momentos mejores y peores, aunque probablemente eso vaya más en los gustos del lector. Lo que realmente me ha gustado es que a pesar de la eclipsante figura de Isaac Newton, Gribbin también nos pone en contexto y destaca la labor de otros dos gigantes Robert Hooke y Edmun Halley, dos figuras sin cuya valiosa aportación la revolución científica no se habría completado. No os develo las aportaciones de estos dos genios, eso os dejo que lo descubráis en el libro, junto con las ideas y aportaciones de otro muchas figuras relevantes.
Ismael Pérez Fernández.
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