Según parece el LHC ha pasado sus dos primeras pruebas con un rotundo éxito. Recuerden que dichas pruebas consistían en ver si era posible inyectar un haz de protones en un sentido de giro y luego en el otro. Así que desde aquí mi enhorabuena a todos los que lo han hecho posible.
Lo lamentable es que a pesar del tremendo éxito de sus primeras pruebas y las puertas al conocimiento que puede abrir el LHC, lo más cacareado en los medios de comunicación ha sido una y otra vez que dicho acelerador puede destruir el mundo. Lo cual no tiene ningún sentido. Ahora, eso si, este tipo de “noticias” venden y aumentan la audiencia una barbaridad, razón por la cual la ciencia que hay detrás del LHC y la que puede descubrir ha pasado con más pena que gloria entre la gente de a pie. Nadie sabe de que es capaz y que puede aportar al conocimiento científico dicho aparato, eso si, todo el mundo se pregunta (en broma me imagino) si va a destruir el mundo.
Entre que la incultura científica en la gente suele ser preocupantemente elevada, que hacer divulgación científica no es tarea fácil, y la divulgación de tonterías de este estilo (por no hablar del auge de lo pseudocientífico) es lo que más abunda, nuestra sociedad muestra a las claras lo poco que le importa el conocimiento científico.
Más de uno y de dos habrá que se preguntaran para que gastarse el dinero en esos “jugetitos”. Perspectiva realmente miope, que pone de relieve lo pronto que olvidamos lo que ha mejorado la calidad de vida gracias a la investigación científica. Es triste que haya que recordar que gracias a la investigación científica se descubrió, por ejemplo, la antimateria. Lo cual no sólo aumentó nuestra compresión del universo sino que además nos ha permitido crear la herramienta de diagnostico TEP (Tomografía por Emisión de Positrones) la cual se usa en campos tan diversos como oncología, cardiología o neurología. Ya ve querido lector, hoy en día utilizamos los positrones, que son partículas de antimateria, para mejorar nuestra salud diagnosticando a tiempo enfermedades como el cáncer. Y esto es gracias a la investigación y a los “jugetitos” que los científicos necesitan para someter a prueba sus ideas.
Se pueden poner muchísimos más ejemplos, como las ecuaciones que desarrollo Maxwell unificando el magnetismo y la electricidad en un único fenómeno conocido como electromagnetismo. Lo cual transformo el mundo, no sólo por lo que nos permitió ahondar en la naturaleza sino por qué puso dicha naturaleza a nuestro servicio. Todas las telecomunicaciones se basan en el descubrimiento que hizo Maxwell, sin su curiosidad científica, hoy el mundo sería bien distinto.
Darle la espalda a la ciencia es un error, pero es lo que parece que hace nuestra sociedad una y otra vez. Dar la espalda a la ciencia es querer cerrar los ojos para no ver, ni disfrutar ni comprender los colores. Parece que el conocimiento nos molesta, tal vez sea por la capacidad que tiene de tirar por tierra nuestras creencias. Pero no nos engañemos, es mejor abandonar creencias erróneas que zambullirnos en la ignorancia. Recuerdo una frase que leí en la obra “El mundo y sus demonios” del astrofísico Carl Sagan: “Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad”. No apaguemos esa vela, la ciencia, ya que como ha demostrado nos puede ayudar a vivir más y mejor e incluso nos ha brindado la oportunidad de disfrutar y comprender el mayor espectáculos de todos: el Universo.
Ismael Pérez Fernández.
Lo lamentable es que a pesar del tremendo éxito de sus primeras pruebas y las puertas al conocimiento que puede abrir el LHC, lo más cacareado en los medios de comunicación ha sido una y otra vez que dicho acelerador puede destruir el mundo. Lo cual no tiene ningún sentido. Ahora, eso si, este tipo de “noticias” venden y aumentan la audiencia una barbaridad, razón por la cual la ciencia que hay detrás del LHC y la que puede descubrir ha pasado con más pena que gloria entre la gente de a pie. Nadie sabe de que es capaz y que puede aportar al conocimiento científico dicho aparato, eso si, todo el mundo se pregunta (en broma me imagino) si va a destruir el mundo.
Entre que la incultura científica en la gente suele ser preocupantemente elevada, que hacer divulgación científica no es tarea fácil, y la divulgación de tonterías de este estilo (por no hablar del auge de lo pseudocientífico) es lo que más abunda, nuestra sociedad muestra a las claras lo poco que le importa el conocimiento científico.
Más de uno y de dos habrá que se preguntaran para que gastarse el dinero en esos “jugetitos”. Perspectiva realmente miope, que pone de relieve lo pronto que olvidamos lo que ha mejorado la calidad de vida gracias a la investigación científica. Es triste que haya que recordar que gracias a la investigación científica se descubrió, por ejemplo, la antimateria. Lo cual no sólo aumentó nuestra compresión del universo sino que además nos ha permitido crear la herramienta de diagnostico TEP (Tomografía por Emisión de Positrones) la cual se usa en campos tan diversos como oncología, cardiología o neurología. Ya ve querido lector, hoy en día utilizamos los positrones, que son partículas de antimateria, para mejorar nuestra salud diagnosticando a tiempo enfermedades como el cáncer. Y esto es gracias a la investigación y a los “jugetitos” que los científicos necesitan para someter a prueba sus ideas.
Se pueden poner muchísimos más ejemplos, como las ecuaciones que desarrollo Maxwell unificando el magnetismo y la electricidad en un único fenómeno conocido como electromagnetismo. Lo cual transformo el mundo, no sólo por lo que nos permitió ahondar en la naturaleza sino por qué puso dicha naturaleza a nuestro servicio. Todas las telecomunicaciones se basan en el descubrimiento que hizo Maxwell, sin su curiosidad científica, hoy el mundo sería bien distinto.
Darle la espalda a la ciencia es un error, pero es lo que parece que hace nuestra sociedad una y otra vez. Dar la espalda a la ciencia es querer cerrar los ojos para no ver, ni disfrutar ni comprender los colores. Parece que el conocimiento nos molesta, tal vez sea por la capacidad que tiene de tirar por tierra nuestras creencias. Pero no nos engañemos, es mejor abandonar creencias erróneas que zambullirnos en la ignorancia. Recuerdo una frase que leí en la obra “El mundo y sus demonios” del astrofísico Carl Sagan: “Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad”. No apaguemos esa vela, la ciencia, ya que como ha demostrado nos puede ayudar a vivir más y mejor e incluso nos ha brindado la oportunidad de disfrutar y comprender el mayor espectáculos de todos: el Universo.
Ismael Pérez Fernández.
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