Hay que apostar por la ciencia porque la investigación básica pueda tener efectos prácticos a muy largo plazo, por ejemplo, cuando Faraday empezó a preocuparse por eso de la electricidad y el magnetismo ¿quién podría haber imaginado que acabaríamos teniendo radio y televisión? O piensen en la mecánica cuántica, ¿a quien le puede importar el mundo de las partículas subatómicas? Pues nos debería importar a todos, gracias a la mecánica cuántica podemos disfrutar de ordenadores, móviles, y cualquier otro aparato electrónico que se les pase por la cabeza. Por no mencionar la medicina, gracias a la cual vivimos más y mejor, y me estoy refiriendo a la medicina científica, no a pseudomecinas o “medicinas alternativas” que no sirven para nada, por mucho que nuestros políticos en un alarde de ignorancia hayan decidido incluir la homeopatía en el sistema sanitario. Y apostar por la ciencia significa conocer más y mejor cómo es el mundo en el que vivimos, lo cual es indispensable para tomar las mejores decisiones posibles.
Parecía que el gobierno había aprendido la lección y era consciente de que no se podía basar la economía del país en el ladrillo, por no hablar ya de la especulación urbanística. Pero a la hora de la verdad sus palabras se las ha llevado el tiempo, y han hecho uso del que parece ser el leitmotiv de los políticos, ya saben “don dije digo, digo Diego”.
¿Por qué me opongo al recorte? Porque la ciencia y la investigación es el único camino
Ismael Pérez Fernández.