jueves, noviembre 12, 2009

Nature nos canta las cuarenta

Bueno, para ser exacto le canta las cuarenta a la política científica de este país. Supongo que recuerdan que desde Homínidos apoyamos la campaña “La ciencia española no necesita tijeras”, una campaña lanzada desde La Aldea Irreductible y que consiguió que cerca de más de 1000 blogs la apoyarán. La finalidad no era otra que protestar por el recorte presupuestario al que se sometía la investigación y la ciencia.

Pues bien, descubro vía Apuntes científicos desde el MIT, que la revista Nature ha realizado una dura crítica a la política científica de España, denunciando precisamente dicho recorte:

Sin vuelta atrás

España no debería utilizar la recesión como excusa para paralizar los planes de impulsar su actividad científica.

En las últimas dos décadas España ha pasado de ser científicamente mediocre a convertirse en un jugador respetado internacionalmente en el mundo de la investigación. Gran parte de ese progreso se ha producido desde que el Partido Socialista llegó al poder en 2004, comprometiéndose a convertir a España en una economía basada en la innovación (véase Nature 451, 1029, 2008).

Durante el primer mandato socialista, por ejemplo, se duplicó el presupuesto para la ciencia hasta superar los 8 mil millones de euros, situándolo por encima del 1,1% del producto interior bruto del país (PIB) y mucho más cerca de la media de la Unión Europea (1,8% del PIB). El partido socialista fue reelegido en 2008, habiéndose comprometido a reducir la burocracia e impulsar la financiación de la investigación hasta alcanzar el 2% del PIB. Casi de inmediato se constituyó el Ministerio de Ciencia e Innovación, extrayendo finalmente la ciencia de las competencias del Ministerio de Educación. Cristina Garmendia, una bióloga molecular que ha fundado varias empresas biotecnológicas de éxito, fue nombrada responsable del nuevo ministerio.

Desde entonces, sin embargo, se ha perdido impulso. La inexperiencia política de Garmendia ha quedado demostrada. Fue lenta en poner el ministerio en funcionamiento, y no ha desarrollado la influencia política necesaria para convencer al gobierno, ahora lidiando con la recesión global, en mantener su visión para la ciencia.

El gobierno ha reforzado el apoyo financiero para las industrias de alta tecnología y biotecnológicas. Pero su propuesta de presupuesto para 2010, que dio a conocer en septiembre, significa un recorte del 45% para la financiación directa de la investigación básica. La protesta de la comunidad científica logró reducir el recorte al 15%, y durante los debates parlamentarios es probable que se añada un extra del 2,8% para el ministerio de ciencia. Pero esto todavía sería un duro golpe a la investigación del país.

Mientras tanto, el gobierno todavía debe preparar su tan anunciada ley de la ciencia. Se suponía que iba a crear una agencia de financiación independiente y reformar el sistema tan inflexible de reclutamiento académico del país, bajo el cual los profesores universitarios y científicos del gobierno son funcionarios públicos con derecho automático a un empleo hasta la jubilación. Se han establecido fechas de presentación de la ley en el Parlamento y después han sido retiradas, al parecer porque algunos sectores del gobierno no quiere excluir a los científicos de las normas que se aplican a otros empleados gubernamentales. La contratación de nuevos investigadores continúa siendo un proceso difícil y lento, y es casi imposible ofrecer un paquete de salarios y dinero para investigación competitivos. El ministerio de ciencia ahora dice que la reforma de la ley será presentada al Parlamento antes de finalizar el año, pero la comunidad científica está perdiendo la fe en que esto suceda.

En el largo plazo, la industria estará pobremente apoyada debido a la falta de una investigación básica fuerte. España se equivoca al seguir la noción simplista y obsoleta de que un país puede vivir de transferir conocimiento, si al mismo tiempo se detiene la generación de conocimiento. Esta no es una forma inteligente de responder a la crisis financiera.

España haría mucho mejor si emulara los compromisos asumidos el mes pasado por otras dos naciones europeas, que también están batallando contra la recesión económica. En Alemania, un país rico con una economía casi estancada, el gobierno de centro-derecha está recortando el gasto público para 2010 en todas partes excepto en investigación y educación, a las que está dando aumentos enormes (véase Nature 462, 24, 2009). En Grecia, un país pobre con una economía en recesión, el gobierno de centro-izquierda dice que también reducirá el gasto público para 2010 en todas partes excepto en investigación y la educación, a las que está otorgando incrementos modestos. Los gobiernos de ambos países también planean eliminar algunos de los trámites burocráticos que limitan la investigación.

España disfrutó de un gran período de esplendor intelectual a comienzos del siglo XIX, conocido como su Edad de Plata. Hasta hace poco, los científicos españoles se mostraban optimistas pensando que avanzaban hacia una segunda Edad de Plata. Ahora bromean diciendo que España se dirige hacia una Edad de Bronce. Pero no se ríen.
Evidentemente la crítica de Nature no cambiará nada, pero no está de más saber que una de las revistas científicas más prestigiosas, nos da la razón. Parece ser que la protesta de los blogeros no era cuestión de unos frikis de la ciencia, lo mismo hasta teníamos razón.


Ismael Pérez Fernández.

A vueltas con la crucecita

A estas alturas ya todos hemos oído hablar de la sentencia del Tribunal de Estrasburgo, en la que se dice:

"la exposición obligatoria de un símbolo de una confesión concreta en el ejercicio de la función pública, en particular, en las salas de clase, restringe el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones, así como el derecho de los niños a creer o no creer"


Como era de esperar, a más de uno no le ha gustado la sentencia. En el diario Público se recogen las declaraciones del arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo, el cual ha afirmado:

"por defender los derechos de unos pocos se niega el derecho de los padres que desean que permanezcan los crucifijos en las escuelas"

El señor arzobispo se equivoca, no es por defender el derecho de unos pocos sino los derechos de todos. Pongámoslo de otra manera, y si en lugar de la cruz, se estuviera hablando del pentáculo, o se estuviera hablando de poner encima de la pizarra una frase como ésta: "Dios no existe", imagino que el señor arzobispo estaría entonces a favor de la sentencia de Estrasburgo. Si leemos la sentencia se habla de símbolo en general, no de uno en particular.

Comparto el punto de vista de Richard Dawkins, no existen niños católicos, o musulmanes, o judíos, o ateos. Existen niños de padres católicos, o judíos, o ateos, etc. Un niño no tiene el conocimiento necesario ni la capacidad de realizar una reflexión crítica sobre el asunto, por lo tanto el forzarle a adoptar una postura es un abuso psicológico que se realiza sobre él.

Supongo que todos coincidimos en que ciertamente un niño no tiene la capacidad de analizar críticamente lo que se le dice, si hubiera alguien que no está de acuerdo, me permito recordarle que, por ejemplo, los niños son capaces de creerse que un abuelete más bien gordito, y vestido con traje que hace publicidad de cocacola, es capaz de volar en un trineo tirado por renos, meterse por las chimeneas de las casas para dejar regalos a los que allí viven, y para rizar el rizo lo hace en todas las casas del mundo y en una sola noche. Aprovecharse de esta credulidad para implantar en el niño una ideología es realmente vergonzoso.

El aula es de todos y la mejor forma de no discriminar a nadie es no poniendo ningún símbolo religioso. Además, a nadie se le ha prohibido que lleve una cruz colgada al cuello.

Ismael Pérez Fernández.