jueves, febrero 11, 2010

¿Fe en la ciencia?

En más de una ocasión he escuchado esta sentencia; “tienes fe en la ciencia” o alguna similar. ¿Pero qué es lo qué se quiere decir con “fe en la ciencia”? Si lo qué se está intentando afirmar es que no se puede tener fe en el conocimiento científico, la sentencia en sí no parece tener mucho sentido. ¿Qué puede significar tener fe en que la Tierra es redonda o en que la gravedad de la Tierra atrae los objetos hacia su centro? Usando el método científico hemos descubierto que eso es así, es decir, sabemos que es así por las pruebas que tenemos de ello, por lo tanto no hay cabida para creer en ello, en el momento que se tiene evidencia ya no se cree, se sabe.

En cambio, si lo que se quiere decir con “fe en la ciencia” es que tenemos que tener fe en los científicos, evidentemente la sentencia se convierte en un disparate, ¿cómo vamos a tener fe en los científicos? Los científicos son personas y por lo tanto en el mejor de los casos son falibles. Esto es aplicable a todas las personas, podemos tener confianza en algunas personas que conocemos bien, pero tener fe en las personas es peligroso, las personas somos falibles, cometemos errores, incluso algunas pueden actuar de mala fe, por lo tanto, tener fe en los científicos es un disparate como tener fe en cualquier otra persona.

Por último, queda la posibilidad de que lo qué se esté afirmando con dicha sentencia sea; “tener fe en el método científico y en la forma de funcionar de la ciencia”. Es cierto que el propio funcionamiento de la ciencia es disuasorio a la hora de que los científicos comenta fraude, esto es así porque los trabajos antes de su publicación son revisados por expertos, la conocida revisión por pares, y aunque el fraude supere dicha revisión, más tarde o más temprano algún investigador querrá reproducir los mismos resultados, o querrá empezar una nueva investigación a partir  de esos resultados, entonces es cuando el fraude saldrá a la luz. A la larga los fraudes y malas practicas acaban por descubrirse, como pasó con el famoso caso de la fusión fría, pero como es obvio, el sistema no es perfecto,  no consigue evitar que se produzcan los fraudes y malas prácticas. Por lo tanto desde este punto de vista tampoco parece razonable tener “fe en la ciencia”, podemos tener confianza en como funciona por qué a la larga como ya hemos dicho el fraude queda al descubierto, pero esta confianza no implica cerrar los ojos a las malas prácticas que lleven acabo algunos científicos, más bien al contrario, a los que nos gusta esto de la ciencia ya sea porque la practicamos o porque nos gusta hablar sobre sus hallazgos, tenemos la obligación en la medida de nuestras posibilidades de denunciar y señalar dichas prácticas. Esa crítica y denuncia deben hacerse de forma seria y rigurosa.

Recientemente hemos tenido un par de ejemplos de malas prácticas o presuntas malas prácticas por parte de algunos científicos involucrados en la investigación del cambio climático. Por un lado, está el error sobre el cálculo de cuando desaparecerán los glaciares del Himalaya y por otro el caso de los mails conocido como climategate. Lo cierto es que estos dos casos no refutan o ponen en duda lo que sabemos a día de hoy sobre el cambio climático, algo que ha expresado Ralph J. Cicerone presidente de la National Academy of Sciences (NAS) en el editorial publicado en Science la semana pasada. Las pruebas sobre el cambio climático son abundantes, ciertamente, muy abundantes, para emitir un juicio hay que tener en cuenta toda la evidencia disponible, no sólo los dos casos de presunto error o presunto fraude que parecen dar apoyo a nuestras creencias y/o intereses políticos. Los datos en los que se basa los climatólogos para llegar a las conclusiones a las que llegan están disponibles para todo el mundo aquí.

Por otro lado tenemos los mails hackeados a climatólogos de la Universidad de East Anglia. Antes de concluir que ha habido fraude científico hay que asegurarse que ese es exactamente el caso, no podemos concluir que hay fraude por la publicación de afirmaciones sacadas de contexto. A este respecto la Universidad de East Anglia ha iniciado una investigación independiente para averiguar entre otras cosas si ha habido algún tipo de fraude científico por parte de los investigadores, por lo tanto, de momento toca ser pacientes.

No obstante, imaginemos que la investigación de la Universidad demuestra que efectivamente ha habido fraude por parte de los investigadores. Como ya he mencionado no parece legitimo poner en duda las conclusiones de los climatólogos sólo por algunos datos fraudulentos entre miles. Pero lo que si es importante, y sí que se va a ver resentida, es la relación que existe entre la sociedad y la comunidad científica, y se verá resentida porque la relación es de confianza, no de fe, y la confianza es algo que se gana o se pierde en base a los actos que realizan aquellas personas e instituciones que son depositarias de nuestra confianza. Cada vez que se cometa fraude científico la relación de confianza como es lógico se verá resentida, por lo tanto quedarse sentado confiando en que el propio funcionamiento de la ciencia más tarde o más temprano pondrá a cada uno en su sitio no es una opción viable, al menos por dos razones,:

- Primero porque la relación de confianza ha sido dañada y lo que se necesita es emprender alguna acción para restaurarla.
- Segundo, porque no hay ninguna razón para no introducir mejoras y hacer que el fraude sea detectado antes de lo que actualmente se hace.

A este respecto la comunidad científica está empezando a moverse. Ralph J. Cicerone en el editorial antes mencionado hace público que en la reunión anual de la American Association for the Advancement of Science (AAAS) que tendrá lugar a finales de mes, tanto la AAAS como la NAS pondrán sobre la mesa estos temas y desarrollarán estándares para mejorar las practicas de los científicos así como hacer que los fraudes y malas practicas se detecten antes. Según el propio Ralph J. Cicerone:

El resultado de esta sesión especial debe ser acciones explicitas, como científicos ahora más que nunca, y con urgencia, debemos demostrar que la ciencia ciertamente se corrige a si misma y es merecedora de la confianza del público.


Una vez más coincido con el señor Cicerone, con acciones de ese tipo es como se puede restablecer y fortalecer la confianza entre la comunidad científica y al sociedad, ya nos gustaría ver esta preocupación y urgencia por tomar medidas para combatir el fraude y las malas prácticas en otras esferas de la actividad humana.

Ismael Pérez Fernández.