Este es el segundo volumen que leo de la colección Historia del Pensamiento del filósofo Jesús Monsterín. Las buenas sensaciones que tuve después de leer el Pensamiento Arcaico, vuelven a repetirse. El libro es ameno de fácil lectura y muy, pero que muy interesante.
En este volumen se abarca la historia del pensamiento de la Helade desde el siglo VI hasta el IV antes de Cristo, más o menos. Aunque también se pasa aunque de refilón por acontecimientos importantes como la guerra contra el imperio Persa y la posterior guerra del Peloponeso, así como por el surgimiento de la democracia Ateniense, la cual es el germen que dio lugar a nuestras actuales democracias aunque hay que reconocer que se parecen bien poco.
Rara vez nos vamos a encontrar un libro en el que se den cita tantos personajes ilustres, algunos de sobra conocidos como Platón y su teoría de las formas, Sócrates y su incansable búsqueda de definiciones, los primeros sofistas o los atomistas Demócrito y Leucipo cuya tesis principal era que sólo existían los átomos y el vacío, no iban del todo desencaminados, también como no podía ser de otra manera nos encontramos con los pitagóricos. Y esto es sólo una muestra.
Lo realmente importante de esta época no es el pensamiento en concreto de determinados pensadores, sino de que por primera vez se intenta explicar el mundo sin recurrir a dioses o fuerzas sobre naturales. Fue entonces cuando se sembró la semilla de la ciencia.
En este volumen se abarca la historia del pensamiento de la Helade desde el siglo VI hasta el IV antes de Cristo, más o menos. Aunque también se pasa aunque de refilón por acontecimientos importantes como la guerra contra el imperio Persa y la posterior guerra del Peloponeso, así como por el surgimiento de la democracia Ateniense, la cual es el germen que dio lugar a nuestras actuales democracias aunque hay que reconocer que se parecen bien poco.
Rara vez nos vamos a encontrar un libro en el que se den cita tantos personajes ilustres, algunos de sobra conocidos como Platón y su teoría de las formas, Sócrates y su incansable búsqueda de definiciones, los primeros sofistas o los atomistas Demócrito y Leucipo cuya tesis principal era que sólo existían los átomos y el vacío, no iban del todo desencaminados, también como no podía ser de otra manera nos encontramos con los pitagóricos. Y esto es sólo una muestra.
Lo realmente importante de esta época no es el pensamiento en concreto de determinados pensadores, sino de que por primera vez se intenta explicar el mundo sin recurrir a dioses o fuerzas sobre naturales. Fue entonces cuando se sembró la semilla de la ciencia.
Ismael Pérez Fernández.