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Hace 515 millones de años, en las profundidades de los mares del Cámbrico, habitaba un terrorífico depredador. Dos temibles garras salían de su cabeza, si eras capturado por ellas poco podía hacer y tu destino era llegar a su boca circular, allí, sufrirías la desagradable sorpresa de probar su dentadura formada por temibles dientes. Su nombre, Anomalocaris.
Los primeros fósiles de este depredador fueron encontrados por el paleontólogo británico Joseph Frederick Whiteaves. La identificación de Anomalocaris no ha sido fácil. Al principio los distintos restos se interpretaron como pertenecientes a distintas especies, error que fue subsanado en el año 1985.
Que Anomalocaris fue un gran depredador lo sabemos porque se han encontrado trilobites que presentan las marcas de haber pasado por sus garras. Además, entre sus heces fosilizadas se han encontrado también restos de sus víctimas.
Ayer salía publicado en la prestigiosa revista Nature un trabajo que aporta más pruebas que confirman el estilo de vida de depredador de Anomalocaris. El trabajo, en el cual han colaborador investigadores del CSIC lleva por título: Acute vision in the giant Cambrian predator Anomalocaris and the origin of compound eyes.
El descubrimiento se ha realizado a partir de los fósiles del yacimiento en la isla Kangaroo en el sur de Australia. Los ojos de Anomalocaris son de los más grandes que jamás hayan llegado a existir. Alcanzan los 3 centímetros de largo y contienen la friolera de unas 16000 lentes. Estas características indican que tenía un sistema visual muy potente que le permitía ver el mundo con una precisión y claridad sin precedentes. Pocos artrópodos presentan un sistema visual semejante, sólo las libélulas tienen un sistema visual con una resolución parecida.
El hallazgo no sólo presenta pruebas del estilo de vida de Anomalocaris sino que también tiene implicaciones evolutivas. Que las presas tuvieran que enfrentarse a un depredador con un sistema visual tan potente, impuso a buen seguro, una fuerte selección sobre ellas. El descubrimiento es una prueba más de la “carrera armamentística” que se da en el reino animal, la cual lleva existiendo desde las primeras fases de evolución de los animales.
Por otro lado, el descubrimiento confirma que Anomalocaris era un pariente cercano de los artrópodos y que además este tipo de sistema visual se desarrollo muy temprano en la evolución de los mismos.
Ismael Pérez Fernández.
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