Primera parte de un artículo publicado originalmente en cienciteca.com
"Resulta difícil catalogar algo como imposible, porque casi siempre los sueños del ayer se convierten en las esperanzas del presente y desembocan por fin en las realidades del mañana."
Dr. Robert H. Goddard, 1947
La pregunta de si estamos solos o no en el universo esta íntimamente ligada con la profunda necesidad que tiene el ser humano de dar un sentido a su propia existencia. Hoy, recientemente comenzado el siglo XXI, seguimos sin una respuesta a esta antigua pregunta. Lo cierto es que el avance que hemos experimentado en nuestro conocimiento astronómico nos hacer ser optimista en que encontraremos una prueba de vida fuera de la Tierra. Pero por el momento dicha prueba sigue sin hacer acto de presencia.
Hacia 1584 el filosofo Giordano Bruno publico varias de sus obras entre ellas “Del infinito Universo y los mundos”, donde exponía sus ideas acerca de las estrellas. Según Giordano las estrellas no eran más que otros soles que estaban tremendamente alejados de nosotros y en torno a los cuales giraban otros planetas como la Tierra. Sus ideas le iban a traer no pocos problemas, éstas junto con otras acusaciones de herejía que había contra él, le llevaron el 17 de Febrero de 1600 a la hoguera. Según parece, cuando el tribunal de la inquisición dicto la sentencia contra Giordano éste miró lentamente a la cara a todos los allí presentes y pronuncio valientemente la siguiente frase:
"El temor que os produce dictar vuestra sentencia es mayor que el mío al escucharla."
Como disfrutaría Giordano si viviera ahora y supiera que la investigación científica ha probado que sus ideas son prácticamente correctas. Cierto es que las estrellas no son más que soles tremendamente lejanos. Además en los últimos años se han encontrado planetas que giran alrededor de algunas estrellas, aunque hay que dejar claro que los planetas que se han encontrado no se parecen a la Tierra. Son gigantes gaseosos como lo es nuestro vecino Júpiter. Esto no implica que no existan planetas similares a la Tierra, a lo que en tamaño y composición se refiere, pero, ¿entonces por que no se han encontrado? La respuesta reside en lo limitado de nuestra tecnología. El método que se usa principalmente en la búsqueda de planetas extrasolares se basa en la interacción gravitatoria que ejercen los planetas con la estrella. Como es sabido, la gravedad hace que dos cuerpos tiendan a acercarse en ausencia de cualquier otra fuerza. De este modo, cualquier estrella que tenga planetas a su alrededor, debería tener un pequeño movimiento de bamboleo que será mayor cuanto mayor sea la masa de los planetas que la orbitan. Pero los planetas del tamaño de la Tierra tienen poca masa lo que hace que sean indetectables por este método. No obstante, esta situación cambiara debido a los telescopios de nueva generación que se están preparando, los cuales permitirán aislar la luz del planeta de la de la estrella y nos permitirán así ver directamente el planeta. Una de las mayores ventajas de este método será que podremos analizar el espectro de su luz y saber así la composición de su atmósfera, lo cual, nos puede poner sobre la pista de si dichos planetas están habitados.
Ahora bien el hecho de que existan planetas ya sean muchos o pocos no debe llevarnos inexorablemente a la conclusión de que algunos deben estar habitados. Por desgracia no conocemos cómo se originó la vida. Esto es esencial para poder saber si dicho fenómeno es una consecuencia inevitable una vez que se dan determinadas circunstancias, o por el contrario es algo que ocurrió por azar y su probabilidad es tan baja que difícilmente vaya a volver a suceder en algún otro lugar.
En lo que al origen de la vida se refiere se han realizado varios experimentos bioquímicos. El más famoso de ellos es el que llevaron a cabo Harold Urey y Stanley Miller a comienzos de los años cincuenta. El experimento consistía en reproducir la atmósfera primigenia de la Tierra, que según ellos estaba formada por metano, hidrógeno, amoniaco y agua. A continuación la sometieron a los efectos de la radiación ultravioleta y a descargas eléctricas. Pasados unos días apareció una sustancia negra y espesa, en la cual había aminoácidos que son los constituyentes básicos de la vida. Pero todavía nadie ha conseguido dar el siguiente paso, es decir, pasar de los constituyentes básicos a los primeros organismos vivos. Por desgracia esto es algo que aún se nos sigue escapando.
Tal vez lo más sorprendente de la vida es su resistencia a condiciones extremas. Por ejemplo, se han encontrado restos de actividad biológica en rocas datadas en aproximadamente 3850 millones de años. Por aquella época la Tierra estaba sometida a un continuo bombardeo de meteoritos, se hace difícil creer que los organismos que existían en aquella época resistieran semejantes condiciones por lo que surgen varias posibles conclusiones. Una es que la vida se origino en más de una ocasión. La otra es que la vida es más resistente de lo que nos podíamos imaginar.
De la primera conclusión no tenemos pruebas, pero de la segunda las tenemos y no son escasas precisamente. Los organismos que viven en ambientes extremos se les a dado el nombre de extremófilos. Uno de los que más llama la atención es el caso de las bacterias termófilas, las cuales viven en surtidores termales a temperaturas superiores a los 100 grados centígrados. El microorganismo más resistente es Pyrolobus fumarii, el cual soporta temperaturas de 113 ºC. Una de las preguntas aún no respondidas por la ciencia es: ¿cómo es posible que las proteínas de los termófilos no pierdan sus propiedades a semejantes temperaturas?
En el extremo opuesto tenemos los organismos que habitan en los valles secos de la Antártida. Normalmente se encuentran en el interior de rocas, estando así protegidos del ambiente inhóspito que les rodea. No obstante durante el invierno se ven sometidos a temperaturas inferiores a 50 grados bajo cero.
Por si esto no fuera suficiente, aún se han encontrado organismos en lugares más extraños. Por ejemplo, en 1977 una expedición oceanográfica descubrió una fumarola volcánica en una cordillera dorsal en el fondo del Pacífico. Alrededor de dicha fumarola había unas criaturas, la mayoría eran desconocidas en ese momento. Lo sorprendente viene cuando uno se preguntan cómo sobreviven dichas criaturas. En la superficie terrestre los vegetales utilizan la luz del Sol para alimentarse y el resto de organismos se nutren de los vegetales ya sea directa o indirectamente. Pero en las profundidades del reino abisal no llega nada de luz. Estas sorprendentes colonias se basan en un tipo de bacteria que es capaz de extraer energía mediante la oxidación del azufre, el resto de organismos de la colonia se sirve de dichas bacterias. Podríamos decir que son los “vegetales” del reino abisal.
Las sorpresas no acaban aquí. Es posible que algunos organismos puedan sobrevivir a las condiciones del vacío espacial. Un caso es el de unas semillas de tomate que fueron embarcadas en un satélite durante un periodo superior a dos años, a su regreso el 99% de las semillas germinaron con éxito. El caso más llamativo es el de la bacteria que se encontraron en el Surveyor 3. Esta nave no tripulada llego a la Luna el 20 de abril de 1967. Casi tres años después el 12 de noviembre de 1969 el Apolo XII alunizo y los astronautas Charles P. Conrad y Alan Bean fueron al Surveyor 3 para desmontar parte del equipo. Una vez ya en la Tierra, el equipo que desmontaron se llevo a los laboratorios US Communicable Disease Center en Atlanta. Allí fue sometido a un análisis biológico y la sorpresa fue rotunda cuando se encontró una bacteria común terrestre, en concreto Streptococcus mitis. Dicha bacteria había sobrevivido durante casi tres años en condiciones de vacío sin nutrientes y sometida a las diversas radiaciones que hay en el espacio exterior. Durante una entrevista realizada al comandante del Apolo XII, este dijo:
"Siempre he pensado que la cosa más importante que hemos encontrado en la Luna ha sido la pequeña bacteria que volvió viva con nosotros y de la cual nadie ha dicho nada."
No obstante, no todo el mundo está convencido de que la bacteria haya realizado semejante viaje. Algunos alegan que la cuarentena a la que se sometió el equipo a su regreso pudo ser rota debido a unas herramientas sin descontaminar.
No sabemos cómo se origino la vida, pero sí parece estar claro que ésta es capaz de adaptarse a las condiciones más inimaginables.
Ismael Pérez Fernández.
- VÁZQUEZ ABELEDO, Manuel y MARTÍN GUERRERO DE ESCALANTE, Eduardo. La búsqueda de vida extraterrestre. Madrid: McGraw Hill, 2006.
- GALADÍ-ENRÍQUEZ, David y GUTÍERREZ CABELLO, JordI. Astronomía general. Barcelona: Omega, 2001.
- PÉREZ OCA, Miguel Ángel. Giordano Bruno. El loco de las estrellas. Equipo Sirius.
- SABADELL, Miguel Ángel. El hombre que calumnio a los monos. Y otras curiosidades de la ciencia. Acento.
- RUIZ DE GOPEGUI, Luis. Mensajeros Cósmicos. Ciencia y enigma de los extraterrestres. McGraw Hill.
- http://setiathome.ssl.berkley.edu
Hacia 1584 el filosofo Giordano Bruno publico varias de sus obras entre ellas “Del infinito Universo y los mundos”, donde exponía sus ideas acerca de las estrellas. Según Giordano las estrellas no eran más que otros soles que estaban tremendamente alejados de nosotros y en torno a los cuales giraban otros planetas como la Tierra. Sus ideas le iban a traer no pocos problemas, éstas junto con otras acusaciones de herejía que había contra él, le llevaron el 17 de Febrero de 1600 a la hoguera. Según parece, cuando el tribunal de la inquisición dicto la sentencia contra Giordano éste miró lentamente a la cara a todos los allí presentes y pronuncio valientemente la siguiente frase:
"El temor que os produce dictar vuestra sentencia es mayor que el mío al escucharla."
Como disfrutaría Giordano si viviera ahora y supiera que la investigación científica ha probado que sus ideas son prácticamente correctas. Cierto es que las estrellas no son más que soles tremendamente lejanos. Además en los últimos años se han encontrado planetas que giran alrededor de algunas estrellas, aunque hay que dejar claro que los planetas que se han encontrado no se parecen a la Tierra. Son gigantes gaseosos como lo es nuestro vecino Júpiter. Esto no implica que no existan planetas similares a la Tierra, a lo que en tamaño y composición se refiere, pero, ¿entonces por que no se han encontrado? La respuesta reside en lo limitado de nuestra tecnología. El método que se usa principalmente en la búsqueda de planetas extrasolares se basa en la interacción gravitatoria que ejercen los planetas con la estrella. Como es sabido, la gravedad hace que dos cuerpos tiendan a acercarse en ausencia de cualquier otra fuerza. De este modo, cualquier estrella que tenga planetas a su alrededor, debería tener un pequeño movimiento de bamboleo que será mayor cuanto mayor sea la masa de los planetas que la orbitan. Pero los planetas del tamaño de la Tierra tienen poca masa lo que hace que sean indetectables por este método. No obstante, esta situación cambiara debido a los telescopios de nueva generación que se están preparando, los cuales permitirán aislar la luz del planeta de la de la estrella y nos permitirán así ver directamente el planeta. Una de las mayores ventajas de este método será que podremos analizar el espectro de su luz y saber así la composición de su atmósfera, lo cual, nos puede poner sobre la pista de si dichos planetas están habitados.
Ahora bien el hecho de que existan planetas ya sean muchos o pocos no debe llevarnos inexorablemente a la conclusión de que algunos deben estar habitados. Por desgracia no conocemos cómo se originó la vida. Esto es esencial para poder saber si dicho fenómeno es una consecuencia inevitable una vez que se dan determinadas circunstancias, o por el contrario es algo que ocurrió por azar y su probabilidad es tan baja que difícilmente vaya a volver a suceder en algún otro lugar.
En lo que al origen de la vida se refiere se han realizado varios experimentos bioquímicos. El más famoso de ellos es el que llevaron a cabo Harold Urey y Stanley Miller a comienzos de los años cincuenta. El experimento consistía en reproducir la atmósfera primigenia de la Tierra, que según ellos estaba formada por metano, hidrógeno, amoniaco y agua. A continuación la sometieron a los efectos de la radiación ultravioleta y a descargas eléctricas. Pasados unos días apareció una sustancia negra y espesa, en la cual había aminoácidos que son los constituyentes básicos de la vida. Pero todavía nadie ha conseguido dar el siguiente paso, es decir, pasar de los constituyentes básicos a los primeros organismos vivos. Por desgracia esto es algo que aún se nos sigue escapando.
Tal vez lo más sorprendente de la vida es su resistencia a condiciones extremas. Por ejemplo, se han encontrado restos de actividad biológica en rocas datadas en aproximadamente 3850 millones de años. Por aquella época la Tierra estaba sometida a un continuo bombardeo de meteoritos, se hace difícil creer que los organismos que existían en aquella época resistieran semejantes condiciones por lo que surgen varias posibles conclusiones. Una es que la vida se origino en más de una ocasión. La otra es que la vida es más resistente de lo que nos podíamos imaginar.
De la primera conclusión no tenemos pruebas, pero de la segunda las tenemos y no son escasas precisamente. Los organismos que viven en ambientes extremos se les a dado el nombre de extremófilos. Uno de los que más llama la atención es el caso de las bacterias termófilas, las cuales viven en surtidores termales a temperaturas superiores a los 100 grados centígrados. El microorganismo más resistente es Pyrolobus fumarii, el cual soporta temperaturas de 113 ºC. Una de las preguntas aún no respondidas por la ciencia es: ¿cómo es posible que las proteínas de los termófilos no pierdan sus propiedades a semejantes temperaturas?
En el extremo opuesto tenemos los organismos que habitan en los valles secos de la Antártida. Normalmente se encuentran en el interior de rocas, estando así protegidos del ambiente inhóspito que les rodea. No obstante durante el invierno se ven sometidos a temperaturas inferiores a 50 grados bajo cero.
Por si esto no fuera suficiente, aún se han encontrado organismos en lugares más extraños. Por ejemplo, en 1977 una expedición oceanográfica descubrió una fumarola volcánica en una cordillera dorsal en el fondo del Pacífico. Alrededor de dicha fumarola había unas criaturas, la mayoría eran desconocidas en ese momento. Lo sorprendente viene cuando uno se preguntan cómo sobreviven dichas criaturas. En la superficie terrestre los vegetales utilizan la luz del Sol para alimentarse y el resto de organismos se nutren de los vegetales ya sea directa o indirectamente. Pero en las profundidades del reino abisal no llega nada de luz. Estas sorprendentes colonias se basan en un tipo de bacteria que es capaz de extraer energía mediante la oxidación del azufre, el resto de organismos de la colonia se sirve de dichas bacterias. Podríamos decir que son los “vegetales” del reino abisal.
Las sorpresas no acaban aquí. Es posible que algunos organismos puedan sobrevivir a las condiciones del vacío espacial. Un caso es el de unas semillas de tomate que fueron embarcadas en un satélite durante un periodo superior a dos años, a su regreso el 99% de las semillas germinaron con éxito. El caso más llamativo es el de la bacteria que se encontraron en el Surveyor 3. Esta nave no tripulada llego a la Luna el 20 de abril de 1967. Casi tres años después el 12 de noviembre de 1969 el Apolo XII alunizo y los astronautas Charles P. Conrad y Alan Bean fueron al Surveyor 3 para desmontar parte del equipo. Una vez ya en la Tierra, el equipo que desmontaron se llevo a los laboratorios US Communicable Disease Center en Atlanta. Allí fue sometido a un análisis biológico y la sorpresa fue rotunda cuando se encontró una bacteria común terrestre, en concreto Streptococcus mitis. Dicha bacteria había sobrevivido durante casi tres años en condiciones de vacío sin nutrientes y sometida a las diversas radiaciones que hay en el espacio exterior. Durante una entrevista realizada al comandante del Apolo XII, este dijo:
"Siempre he pensado que la cosa más importante que hemos encontrado en la Luna ha sido la pequeña bacteria que volvió viva con nosotros y de la cual nadie ha dicho nada."
No obstante, no todo el mundo está convencido de que la bacteria haya realizado semejante viaje. Algunos alegan que la cuarentena a la que se sometió el equipo a su regreso pudo ser rota debido a unas herramientas sin descontaminar.
No sabemos cómo se origino la vida, pero sí parece estar claro que ésta es capaz de adaptarse a las condiciones más inimaginables.
Ismael Pérez Fernández.
- VÁZQUEZ ABELEDO, Manuel y MARTÍN GUERRERO DE ESCALANTE, Eduardo. La búsqueda de vida extraterrestre. Madrid: McGraw Hill, 2006.
- GALADÍ-ENRÍQUEZ, David y GUTÍERREZ CABELLO, JordI. Astronomía general. Barcelona: Omega, 2001.
- PÉREZ OCA, Miguel Ángel. Giordano Bruno. El loco de las estrellas. Equipo Sirius.
- SABADELL, Miguel Ángel. El hombre que calumnio a los monos. Y otras curiosidades de la ciencia. Acento.
- RUIZ DE GOPEGUI, Luis. Mensajeros Cósmicos. Ciencia y enigma de los extraterrestres. McGraw Hill.
- http://setiathome.ssl.berkley.edu
Interesantísimo.La supervivencia de las bacterias sin luz; la formaciòn de los aminoácidos y el no paso a organismos superiores; que la aparición de la vida pudo ser en situaciones diferentes en el tiempo y en el espacio... La bibliografía al final me parece una excelente ayuda para los que queramos profundizar más en estos temas. Saludos.
ResponderEliminarHola Marcelino. Es posible que algunos de los libros estén descatalogados ya que tienen unos años, si te interesa el tema intenta conseguir el libro de Vázquez Abeledo y Martín Guerrero, es uno de los mejores libros sobre el tema.
ResponderEliminarUn saludo.