"Las creencias, sea cual sea la religión, poseen una zona vedada en la que ningún extraño puede entrar porque sus puertas están cerradas. La creencia en la Trinidad cristiana, en la reencarnación de Buda, en el poder de Alá o en la revelación judía de la Tora es, en su más pura esencia, algo que se escapa a quien no es cristiano, budista, musulmán o judío. ¿Se sigue de ahí que no podemos describir y juzgar las religiones en cuestión, con las creencias que les son propias? En modo alguno. Y es que, junto a la zona opaca y como cara visible, se halla otra expuesta al público. Se proclaman dogmas, códigos morales, existen ritos, ceremonias y otra serie de manifestaciones que son similares en su publicidad a lagunas de las muchas formas de vida que vemos a nuestro alrededor. Distinguimos los preceptos del Corán de los dogmas cristianos, criticamos o no el velo musulmán o la oposición a la donación de órganos del sintoísmo. Al mismo tiempo, tenemos ante nuestra vista al creyente en sus oraciones, éxtasis, ascesis, fanatismos, supersticiones o, por el contrario, caridad ilimitada y hasta ofrenda de su propia vida. Es esa parte la que podemos juzgar como cualquiera de los mil modos de existir que conforman el cuadro, siempre móvil, de la vida humana."
~Javier Sádaba~
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