Richard Taylor realiza una estupenda introducción a lo que se conoce como la ética de la virtud. Esta ética pretende recuperar el enfoque que tenían los antiguos filósofos griegos. Para estos la ética más que ocuparse de que está bien y que está mal, se centraban en cuestiones como ¿qué clase de persona soy? ¿Qué clase de persona puedo llegar a ser? El objetivo de su ética era descubrir como se podía llegar a tener una buena vida, como podían llegar a desarrollarse como personas, qué es y cómo se puede alcanzar la felicidad.
Este punto de vista choca con el enfoque que normalmente le damos a la ética, solemos pensar que la finalidad de ésta es saber que debemos hacer y que no. Este cambio en el enfoque se debe como bien expone Taylor a la influencia que la religión ha tenido sobre la ética. A este tipo de ética a la que estamos acostumbrados Taylor la llama la ética del deber.
Para Taylor este cambio de enfoque es lamentable, para le la ética de la virtud es un enfoque mucho más acertado que la ética del deber. Durante los primeros capítulos expone un ejercicio de imaginación para ver como se ha podido llegar a la situación actual. Después resume y presenta la ética de la virtud y concluye mostrando como el concepto central de la ética del deber, esto es, la obligación moral, no tiene ningún sentido una vez que se elimina a Dios de la ecuación, en concreto muestra como los sistemas de Kant y J.S. Mill fallan a la hora de intentar encontrar un fundamento para la obligación moral. Al final Taylor retoma el tema de la ética de la virtud para abordar la espinosa cuestión de la felicidad.
De la mano de los filósofos antiguos nos adentramos en la idea de realizarnos como personas. Vemos como para ellos la felicidad se alcanzaba a través del cultivo de las virtudes, entre las cuales incluían a, la sabiduría, la templanza, el valor y la justicia.
Un libro breve y ciertamente interesante, Taylor nos acerca con claridad a la ética de la virtud y nos va hacer pensar sin descanso.
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