Si no recuerdo mal, fue Richard Feynman el que decía que el saber cómo son las cosas aumenta la belleza de la naturaleza, no la disminuye. Por ejemplo, los atardeceres suelen parecernos bellos, ¿pero no es más bello aun saber que se está produciendo por el incesante giro de la Tierra sobre su eje? Coincido con Feynman, conocer la explicación científica dota de mayor belleza a lo que observamos.
Otro de los fenómenos físicos más bellos que existen, al menos para el que esto escribe, son las nubes iridiscentes. Este tipo de nubes no son muy densas, y están formadas por pequeñas gotas de agua las cuales tienen todas más o menos el mismo tamaño. Si se dan estas condiciones, puede producirse el fenómeno de difracción. Como sabéis la luz del Sol es blanca, pero en realidad está compuesta de distintos colores, al conjunto de estos colores, que normalmente podemos observar en un arcoiris, se le conoce como espectro visible. Pues bien, el grado de difracción es distinto para cada color, esto tiene como consecuencia que la luz blanca se separa en sus distintos componentes ofreciéndonos así un espectáculo multicolor en el cielo.
La próxima vez que tengáis la suerte de observar una de estas nubes iridiscentes, no olvidéis que se debe al fenómeno de la difracción. Tratar de imaginar como los rayos de luz llegan a las pequeñas gotas de agua que forman esa nube, y como al interactuar con ellas los distintos colores se separan, veréis como el bueno de Feynman tenía razón, el conocimiento sobre cómo son las cosas las dota a estas de más belleza.
Image Credit & Copyright: Esther Havens (Light the World) |
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