Robert H. Frank propone una tesis interesante. Según él, en el futuro los economistas verán a Darwin y no a Smith como el precursor de su disciplina. Robert H. Frank sostiene que la competencia, aunque fuera perfecta, no siempre conduce a una situación que beneficie a la mayoría. En el mundo natural, donde la competencia está al orden del día, es fácil encontrar ejemplos de como la competencia por unos recursos puede beneficiar a los individuos pero no al grupo. Un ejemplo bien conocido es el de los pavos reales. La cola de los pavos reales macho es tremendamente ostentosa, esto es así porque las hembras eligen a los machos que tienen la cola más grande y lustrosa, por lo tanto, tener una cola descomunal y hermosa hará que sea más fácil acceder a una pareja pudiendo así pasar tus genes a las siguientes generaciones. Ahora bien, esta presión selectiva hace que los machos tengan colas enormes, lo que les puede acarrear otros problemas, por ejemplo, dichas colas son una dificultad añadida a la hora de escapar de sus depredadores.
Resumiendo, una competencia entre los individuos les lleva a desarrollar una característica que les benéfica individualmente, pero que en conjunto les perjudica ya que hace que todos los machos sean más fáciles de cazar, se podría conseguir exactamente el mismo éxito individual si todos los machos tuvieran, por ejemplo, un 50% más cortas sus colas.
Robert H. Frank muestra que en la economía esto también sucede, lo ilustra con ejemplos, y luego propone algunas ideas para evitar que eso suceda, eso sí, siempre bajo la perspectiva de la economía de EEUU, aun así las ideas parecen tener carácter general. Las ideas de Robert H. Frankson cuando menos provocadoras y controvertidas, pero merece la pena leer sobre ellas.
Ha sido una lectura interesante.
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